Friday 29 de March, 2024

NOTICIAS URUGUAY | 29-12-2019 11:55

El gran desafío multicolor

Para el presidente Lacalle Pou llegó la hora de hacer. Lo aguarda una serie mayúscula de tareas en un escenario inédito.

Un gran desafío. Eso es lo que impone el 2020 para todos en el Uruguay: en primer lugar, por supuesto, para el nuevo gobierno y su coalición multicolor presidida por Luis Lacalle Pou, pero también para el Frente Amplio en su rol opositor luego de haber sido oficialismo durante 15 años; y desde ya para las organizaciones sociales y empresariales, en especial para el PIT-CNT.

El 15 de febrero comenzará a correrse el telón de una nueva época con la asunción de un Parlamento con una composición completamente distinta a la de los últimos tres lustros. Y el telón terminará de abrirse el 1o. de marzo, cuando llegue a la presidencia uno de los mandatarios más jóvenes de la historia del Uruguay, acompañado de la primera mujer electa como vicepresidenta: Beatriz Argimón. Son todos elementos que hacen de este tiempo, un momento histórico.

Desde la reapertura democrática han gobernado las tres principales organizaciones políticas de nuestro país en una alternancia pacífica, civilizada y republicana. El Uruguay supo durante este tiempo, de momentos críticos -como lo ocurrido en 2002- pero que fueron salvados sin dejar por el camino jirones de democracia. Y el hecho de que todos hayan estado en el gobierno no resulta menor: el Frente Amplio dispuso de mayorías propias en el Parlamento, pero aun así, supo de las limitaciones que imponen las circunstancias y las propias reglas de la democracia a cualquier gobierno.

Hoy esa república se enfrenta a nuevos retos en un escenario inédito que incluye una cantidad sin precedentes de partidos en una coalición de gobierno, así como un número muy alto de colectividades políticas con representación parlamentaria.

El Uruguay y su nuevo gobierno, también deben actuar en un marco internacional y regional extremadamente complicado en el que los principales socios del MERCOSUR, Argentina y Brasil, están absolutamente enfrentados.

En este nuevo marco, la transición uruguaya se ha ido desarrollando de manera fluida, más allá de algunos desencuentros, episodios menores y ciertos pronunciamientos pesimistas y negativos que a veces parecen más expresiones de deseo que el producto de un diagnóstico responsable. Habrá que ver si algunos de estos chisporroteos quedan en eso, o son verdaderos adelantos de desencuentros que pueden profundizarse más adelante, tanto en la conducción de la economía y su impacto social como en la revisión que significarán las auditorías.

El presidente Tabaré Vázquez dio un ejemplo de republicanismo junto al mandatario electo, Lacalle Pou, concurriendo juntos a la asunción de Alberto Fernández, saludando a dúo al nuevo jefe de Estado y mostrándose en esa condición ante los medios internacionales.

Es muy probable que con este gesto Vázquez no sólo haya querido ofrecer una imagen internacional muy favorable al Uruguay, sino también dar un mensaje dirigido a nuestro país, en especial a los votantes y dirigentes frentistas, quitando presión y dramatismo a una alternancia del poder que él mismo ya había calificado como normal en las democracias.

Es la hora. Para el presidente Lacalle Pou llegó la hora de hacer. Se preparó durante mucho tiempo para lo que ya logró, sorprendiendo a propios y ajenos por su aplomo y por haberse apegado claramente a una estrategia de la que no se apartó un centímetro y ganar así las elecciones luego de su primer intento cinco años atrás. Y lo hizo de la mejor forma posible, habiendo confesado incluso en círculos muy cercanos, que si no ganaba esta elección, no volvería a postularse. Como ya se dijo, se planteó y cumplió con una campaña sin errores, tanto en la interna, como luego de cara a octubre y noviembre. Supo también, en ese sentido, captar el malestar que existía en mucha gente y que se expresó de manera contundente en octubre con el 39% de votos que recogió el Frente Amplio.

Pero todo eso pasó. Lacalle Pou dijo una y mil veces que llegaba para hacerse responsable y ahora lo aguarda una serie mayúscula de tareas. Es decir, llegó el momento de la verdad, de ejercer el gobierno y de demostrar que es realmente capaz de asumir un reto muy grande, con múltiples facetas.

Lacalle Pou estructuró un gabinete que debía cumplir con una doble exigencia: dotarlo de ministros con gente de su confianza y bien preparada; y otorgar la cuotaparte de sus socios en esta etapa.

Lacalle Pou, para comenzar, se reservó tres ministerios clave que los presidentes tradicionalmente no transfieren a otro partido: Interior, Defensa Nacional y Economía y Finanzas. El de Interior es el ministerio político por excelencia que además en estas circunstancias jugará un papel determinante, dada la situación de la seguridad pública, la preocupación manifestada una y otra vez por la población desde hace años, las críticas hacia el ministro Eduardo Bonomi y el papel que ha cumplido el propio senador Jorge Larrañaga en esos cuestionamientos; así como el hecho de que fue el promotor de la reforma constitucional que si bien no resultó aprobada, logró gran apoyo.

Economía y Finanzas es otra de las carteras que suele reservarse el presidente y que también tendrá un papel fundamental dado el déficit fiscal, la situación del desempleo y las críticas que ha hecho la nueva secretaria de Estado, Azucena Arbeleche.

Lacalle Pou también reservó el Ministerio de Defensa Nacional para alguien de su confianza directa: el senador Javier García. El legislador es uno de los políticos de todos los partidos que más ha seguido este tema, en el que resulta fundamental el conocimiento interno. Es un asunto altamente sensible, incluso potenciado por la presencia del general Guido Manini Ríos en la coalición multicolor.

Luis Alberto Heber, ministro de Transporte y Obras Públicas, es otro hombre de experiencia política y muy cercano al presidente electo, así como el secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado.

Los mencionados nombramientos implican privar a la bancada parlamentaria de legisladores de amplia experiencia, lo que indica la importancia que el nuevo mandatario le atribuye a sus nuevos cargos.

Lacalle Pou también apostó a otros dos hombres muy cercanos y con los cuales ha venido trabajando mucho: Pablo Da Silveira en Educación y Cultura y Pablo Bartol en el MIDES, dos secretarías de Estado que sin
duda serán miradas con especial interés por la nueva
oposición.

La presencia de Ernesto Talvi en la Cancillería anuncia un giro hacia una política externa más dirigida hacia lo comercial, y la inclusión de Isaac Alfie en la OPP, asegura un técnico con experiencia representando al Partido Colorado. Fue, luego de Alejandro Atchugarry, un protagonista central de la salida de la crisis de 2002.

En el resto del gabinete despierta expectativa lo que pueda hacer Pablo Mieres en un ámbito seguramente conflictivo como el Ministerio de Trabajo; y genera interrogantes el protagonismo de los ministros de Cabildo Abierto. Por otra parte, después del mal relacionamiento del campo con el gobierno saliente, sobre todo en los últimos años, el papel de Carlos María Uriarte en Ganadería y Agricultura será crucial.

Fuera del gabinete, sobresale el nombramiento de Álvaro Garcé como director de la Secretaría de Inteligencia Estratégica del Estado. Con un despacho ubicado un piso más abajo que el del presidente, ocupará una posición insustituible para nutrir de información al nuevo mandatario y al gobierno todo.

Con lupa. Lacalle Pou sabe que será mirado con lupa  desde el Frente Amplio, desde el PIT-CNT y otras organizaciones sociales. Y también sabe que algunos de sus planes implicarán conflictos. Pero está resuelto y tiene una espalda parlamentaria ancha para llevarlos a cabo, con una mayoría muy cómoda en ambas cámaras.

Entre los cambios estructurales profundos, se encuentran los de la educación y la seguridad social, el segundo de los cuales requerirá seguramente de consensos que vayan más allá de la coalición multicolor, para que sean profundos y duraderos. Todos los partidos están de acuerdo en aspectos básicos de esa reforma, el tema es quién paga el costo político y hasta el momento nadie lo ha querido hacer.

También resultará relevante para el nuevo gobierno cumplir con su promesa de realizar auditorías e investigar aspectos al menos confusos del pasado. Y de paso dotar de mayor transparencia a decisiones y políticas a las que se ha blindado sorprendentemente bajo secreto de Estado.

Para Lacalle Pou resultará decisivo el equilibrio que logre entre las reformas y su impacto social.

La actitud que asuma el Frente Amplio será muy importante: será una clara minoría parlamentaria y tal vez apele, al menos algunos de sus sectores, a movilizaciones que respalden sus ideas.

Si toma una actitud agresiva y una política de oposición sistemática, probablemente se esté equivocando. Paradójicamente, el Frente Amplio tiene la oportunidad, desde la oposición, de mostrarse como una fuerza política madura y de Estado, que, sin resignar sus ideas, intente su retorno “por la positiva”. Mientras tanto, es la hora de Lacalle Pou.

*PERIODISTA. Doctor en Diplomacia y Magister en Ciencia Política, director editorial de NOTICIAS Uruguay.

por Alfonso Lessa*

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