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OPINIóN | 31-07-2022 04:16

Rodolfo Ortega Peña: entre la militancia política y las batallas por las construcciones del pasado

Se cumple un nuevo aniversario del asesinato del peronista en 1974 por la Triple A, un grupo parapolicial dirigido por la derecha peronista que cometió distintos delitos de lesa humanidad.

Ortega Peña se destacó en politica por haber sido elegido diputado nacional por la provincia de Buenos Aires en las elecciones del 11 de marzo de 1973 y declarar: “la sangre derramada no será negociada”. Hacía alusión a la fuga de los presos políticos del penal de Rawson que había sucedido un año antes. Una buena cantidad de militantes no había logrado abordar el avión que los llevaría al exilio, razón por la que tomaron el aeropuerto de Trelew para pactar las condiciones de su rendición. Sin embargo, fueron ejecutados de forma clandestina siete días después, razón por la que se conoce el suceso como la Masacre de Trelew. También ganó importancia por dirigir la revista Militancia Peronista para la Liberación junto a Eduardo Luis Duhalde, publicación que fue posteriormente censurada por Juan Domingo Perón hacia mediados de 1974. La revista expresaba el pensamiento de la corriente alternativista dentro del peronismo revolucionario, que mostraba posiciones más críticas que otros sectores del movimiento hacia los gobiernos peronistas, mostrando el camino que debía seguir la “izquierdización” del partido. Gran parte de sus miembros realizaban una resignificación de la tradición peronista a través del denominado “marxismo nacional” y el revisionismo histórico.

Las indagaciones sobre el pasado realizadas por Ortega Peña lo destacaron dentro del cúmulo de intelectuales y líderes politicos que circulaban en la sociedad hacia la decada de 1970. Muchas de sus ideas podemos encontrarlas en los textos sobre el pasado argentino que publicó junto con Eduardo Luis Duhalde en la década de 1960: El asesinato de Dorrego, Felipe Varela contra el imperio británico, Baring Brothers y la historia política argentina, Facundo y las montoneras, entre otros. Es probable que Ortega Peña tratara de seguir el discolo camino historiográfico que había iniciado David Peña, su abuelo, hacia principios del siglo XX con su Juan Facundo Quiroga (1906). Allí, el profesor de la Facultad de Filosofía y Letras presentó una versión distinta a la de Domingo Faustino Sarmiento sobre caudillos como Facundo Quiroga, presentándolo como un líder carismático de gran nivel cultural que buscaba establecer un orden constitucional para las Provincias Unidas del Rio de la Plata.

A diferencia de su abuelo, Ortega Peña adhirió al revisionismo histórico, tendencia historiográfica que buscaba cambiar las construcciones sobre el pasado realizadas por la “historia oficial” por otras que, además de reivindicar a los caudillos, tuviesen posiciones anti imperialistas y anti liberales. Esa  historiografía tuvo también relatos que guardaban posiciones hispanistas y católicas, pero adjudicables a otros autores, más cercanos al pensamiento de derecha, como Carlos Ibarguren o los hermanos Irazusta. En el caso de Ortega Peña, sus relatos se encontraban cercanos a las posiciones politicas y tematicas abordadas por autores como Raul Scalabrini Ortiz -autor nacionalista que escribió varias obras sobre la dependencia económica, política y cultural de la Argentina con Inglaterra- y John William Cooke.  Con sus relatos, también trató de dar lugar a caudillos menos estudiados por el revisionismo, como fue el caso de Quiroga, razón por la que se ganó un lugar destacado dentro de esa corriente historiográfica.

Sosteniendo posiciones que buscaban desestrañar la sujeción politica y economica de la Argentina con las potencias extranjeras y colocar a los caudillos como parte de la identidad nacional fue que Ortega Peña tomó posesión del cargo de director del Instituto Ravignani hacia 1973, cotinuando su mandato hasta el ultimo día de su muerte en 1974.

Su asesinato estuvo enmarcado en las disputas que tenían las distintas tendencias peronistas en el tercer mandato de Perón. Hacia enero de 1974, el presidente convocó a una reunión con el objetivo de disciplinar a los diputados de la Juventud Peronista, siendo que gran cantidad de ellos se encontraban en desacuerdo con una propuesta para reformar el Código Penal que modificaba las penas de algunos delitos, principalmente los que referían a los secuestros de personas. Allí Perón buscó imponer su autoridad, invitando a renunciar a su puesto político a quienes no estuvieran de acuerdo con el rumbo político del gobierno. Gran cantidad de los diputados que representaban a la Juventud Peronista renunciaron. Sin embargo, Ortega Peña se negó a hacerlo. No sólo había tomado una posición crítica, si no que desafiaba la fuerza política de Perón y los sectores más afines a su figura.

A partir de su postura, al poco tiempo de que falleciera el presidente, Ortega Peña fue acribillado en la intersección de las calles Arenales y Cerrito de la ciudad de Buenos Aires. Un Ford Fairlane que avanzaba a gran velocidad frenó para permitir el descenso de tres hombres armados con ametralladoras que vaciaron sus cargadores contra el dirigente político y Elena Villagra, su esposa.

 

por Gonzálo García Rubio, historiador

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