Su nombre parece extranjero y conlleva una redundancia: Melania, en griego, es algo así como “negritud”; y Lenoir, en francés, “negro”. La paradoja es que ella, Melania Lenoir, la del negro al cuadrado en su documento, es rubia y blanca. Esta actriz se sube al escenario en tres proyectos al mismo tiempo: “Forever Young” (Picadero), “Shrek” (Maipo) y “Come from Away” (Maipo).
La última de las obras cuenta la historia real de un pequeño pueblo canadiense que, tras el atentado a las Torres Gemelas, debió alojar a 7 mil personas durante 5 días. “Es muy sensible y sensato hacerla en este momento, porque todos durante la pandemia tuvimos esa sensación de sentirnos vulnerables en algún aspecto. Me conmueve mucho cada función”, cuenta.
Descubrió la magia del escenario y de la comedia musical gracias a su colegio secundario, que tenía la tradición de hacer puestas cuasi profesionales. Ella se moría por protagonizar, pero experimentaba vergüenza y timidez. Primero fue parte del coro y del cuerpo de baile. Años después, consiguió dos líneas de texto. Hasta que, en quinto año, la eligieron para el protagónico.
“Todo mi proceso, tanto amateur como profesional, siempre fue de a pasitos chiquititos”, asegura. Sin embargo, cuando entró al Conservatorio, se topó con el prejuicio de los profesores en torno a la comedia musical. Entonces decidió ser una “actriz seria” y se abstuvo de ese género por años. “Cuando empecé a estudiar, mi sueño era que me vieran como una actriz versátil y que no me encasillaran, porque eso es lo más divino de actuar”, dice.
Noticias: Tiene muchas facetas, ¿es como muchas personas en una?
Melania Lenoir: Sí, soy profesora de yoga, trabajé en la montaña muchos años, soy tripulante de cabina, todo lo que hago me apasiona profundamente. Ahora acabo de terminar el vestuario de la obra de mi novio (Bruno Pedicone), que se llama “Cuando la lluvia deje de caer” (Border). Tuve una productora de vestuarios y, cuando hacía “Chicago”, salía del teatro con bolsas de telas de Once y los productores, que eran un poco star system, me decían: “¡No podés ser Velma Kelly y salir con bolsas de Once!”. Y yo les decía: “Bueno, ¡el sueldo no me alcanza!”.
Noticias: Contrario a la idea de que quien protagoniza, se lleva mucho dinero.
Lenoir: Claro, yo no me quejo para nada, pero siempre que voy a dar clases a escuelas de comedia musical, lo digo: hay que tener mucha ductilidad como actor y buscar otras fuentes de ingresos.
Noticias: Hablaba de su deseo de no ser encasillada, ¿sigue luchando contra eso?
Lenoir: Lamentablemente todavía pasa, hay un lugar donde lo siento injusto. Agradezco un montón eso de “la reina de la comedia musical” pero, por otro lado, estudié Teatro en el Conservatorio, hice cosas que a cualquier otra persona que no tenga una carrera destacada en comida musical, la llamarían “actriz”: teatro de texto, teatro independiente, cine, tele. Pero es como que una y otra vez el estigma está en a comida musical. Y es un estigma porque el actor de comedia musical, durante mucho tiempo, cada vez menos, fue considerado de menor prestigio. Mirá, no hace mucho, en una audición, un renombrado director de obras de texto, antes de verme, me dijo: “Vos sos del palo de la comedia musical, ¿no?”. Y ya me di cuenta de que había una resistencia, es muy difícil superar un prejuicio. Fue el dolor de decir “qué más tengo que demostrar”.
Noticias: En 2020, lanzó su disco Güera. ¿Qué le significó?
Lenoir: Fue la expresión artística más compleja, dura, difícil y reveladora de toda mi profesión porque siempre estoy escudada detrás de un personaje y el disco soy yo. Estaba en el fin de una relación de pareja y me ayudó a renacer, fue decir: “¡Cómo sana el arte!”. Pero todavía me duele escucharlo, todavía no lo pude tocar en vivo. Cuando estás haciendo arte, tenés que ser muy honesto con esas fibras más incómodas, más sensibles y podridas, y tenía mucho miedo de sacarlas.
Noticias: Güera significa “rubia” y la canción que lleva ese nombre es una descripción de la discriminación que sintió muchas veces cuando la tildaron de cheta.
Lenoir: Decís que creciste en Zona Norte y, en dos segundos, sos cheta. No importa que mi viejo haya estado sin laburo 10 años y que se hayan roto el o… para mandarme a la escuela. Y me agarra el prejuicio conmigo misma, porque no me faltó nada, pero fueron años en los que la calefacción no se prendía y la ducha tenía que durar cinco minutos… y mi jeta encima, tan rubia, tan gringa, tan güera, no aporta. En el Conservatorio, por portadora de jeta, fui cheta en dos segundos. Incluso me teñí de morocha. Es una discriminación sutil y, encima, uno siente que, si es por cheta o por rubia, no debería sufrirlo, pero lo sufría.
Noticias: ¿Podríamos relacionarlo con su experiencia en vuelos humanitarios, con lo que padece una persona solo por tener determinada nacionalidad, por ejemplo?
Lenoir: Sí, esa fue probablemente una de las situaciones más conmovedoras de mi vida. Laburando en el avión (que llevó ucranianos a Barcelona), estás muy operativo y funcional. Pero de repente ves a una pareja de 95 años llorando, rota, porque los están desplazando, perdieron la casa, su identidad y su país… (se emociona) qué injusto el mundo, por unas decisiones egoístas de personas que nunca van a relacionarse profundamente con cómo están destruyendo. Y, hablás con Enrique (Piñeyro), que trabaja con Open Arms hace un montón, y te dice qué injusto porque vienen laburando con las personas en el Mediterráneo hace años, intentando que los reciban en Europa y con Ucrania, por tener una cara que les gusta más, les hacen la entrada fácil, y a la gente que se sube arriba de una balsa…
Noticias: Practica budismo, ¿cómo afronta este tipo de situaciones?
Lenoir: Toda mi parte espiritual tiene que ver con entender. Si en algún momento siento prejuicio en mi corazón, trato de identificarlo y ver qué hay y, en el fondo, hay mucho miedo. Tenemos tanto miedo, que estamos todo el tiempo queriendo diferenciarnos. Hay una maestra budista que me encanta, Pema Chödrön, que dice que hay que seguir rompiéndonos el corazón hasta que se abra. Muchas veces me encuentro con la desilusión, pero en vez de juzgar, trato de entender dónde está la raíz de ese dolor que hace que el otro actúe así. Atrás de la discriminación, hay miedo.
Noticias: ¿Tiene cuentas pendientes?
Lenoir: No, siempre busco las formas de llevar adelante mis deseos y anhelos. Ahora, por ejemplo, estoy por dirigir “Consentimiento con Carla” (Calabrese), una obra de texto potentísima, y me llena de miedo porque es una obra que incomoda.
Noticias: ¿Va a dirigir o también actuará?
Lenoir: Podría ser que actúe, pero vengo pensando que quizás mejor no, que hay otras actrices que tal vez sean mejores que yo para hacerlo. Porque me importa contar el cuento en toda su potencia, no está mi ego adelante.
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