Según un relevamiento de la última semana de Poliarquía, Alberto Fernández apenas lograba un 18% de aprobación para su gestión, mientras que en oposición el 82% desaprobaba parcial o totalmente lo hecho durante su presidencia.
Estos guarismos reflejan el mayor rechazo para un presidente en dos décadas, y a su vez uno de las peores performances de imagen positiva para un presidente latinoamericano. El 18% de Alberto Fernández es incluso peor que la poca imagen favorable que tenía Sebastián Piñera durante los levantamientos en Chile, y varios puntos más baja que la de Pedro Castillo cuando dejó el ejecutivo peruano.
Incluso Jair Bolsonaro tras una controvertida presidencia, dejaba Brasil con un 40% de aprobación de su gestión. Volumen político muy lejano del que exhibe en México Andrés Manuel López Obrador, que todavía concita el 65% de aprobación, algunos puntos por debajo de Lula da Silva, quien a pesar de la baja en su imagen positiva durante el último mes, todavía mantiene un importante caudal de aprobación, cercano al 70%.
El presidente que supo tener una aprobación cercana al 80% durante los primeros meses de 2020, cuando se ponía al frente de la administración de la cuarentena frente a la pandemia de Covid 19, dilapidó en tres años todas esas adhesiones para tener hoy la mayor desaprobación de un presidente argentino en las últimas dos décadas.
Números que hacían imposible pensar en una reelección, escenario con el que el albertismo coqueteó de todos modos hasta hace incluso unos días: el jefe de asesores Antonio "Tony" Aracre, obligado a renunciar esta semana, se figuraba como un eventual reemplazo de Sergio Massa tras el fracaso del ministro de Economía en bajar la inflación, y fantaseaban desde el círculo rojo presidencial con un plan de estabilización que pusiera nuevamente a Alberto Fernández al frente del gobierno.
Nada de eso sucedió. Sergio Massa en un ejercicio de peronismo puro forzó la renuncia del ex CEO de Syngenta. Y la propia Malena Galmarini, titular de Aysa y esposa del líder del Frente Renovador, marco en un RT: “El final es cuando se vaya Massa” (palabras del economista Alejandro Kowalczuk).
El ministro es, a pesar de los descalabros de la economía y la sustantiva crecida del dólar está semana, el mejor candidato de un Frente de Todos que adolece de herederos kirchneristas capaces de ponerse al frente de la sucesión (por el contrario insiste con el operativo clamor para convencer a la vicepresidenta para que sea nuevamente candidata). Según una encuesta de M&F. Massa podría concertar un 20% de los votos en una fórmula con el ministro de Interior, "Wado" de Pedro, si está tiene además el respaldo de Cristina Kirchner.
Pero aún así el espacio oficialista quedaría tercero en las generales frente a los votos de Juntos por el Cambio y Javier Milei. Una catástrofe electoral para el peronismo, a tono con escenario económico argentino que potencia a su vez el conflicto social y la inseguridad. Un escenario en el que la reelección era meramente un sueño.
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