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POLíTICA | 31-10-2019 10:30

Hilda Horowitz, la mujer detrás de los cuadernos de las coimas

La ex del chofer Centeno asegura: "Siempre estuve segura de que no los había quemado, no es boludo". Sospechas sobre la actual pareja.

La ex pareja del chofer y autor de los “cuadernos de las coimas”, Oscar Centeno, estaba trabajando como niñera cuando recibió el llamado de un productor de TV que la invitaba a opinar sobre la aparición de los originales de los famosos manuscritos, que hasta ahora se creían destruidos por el autor. “¿Qué papeles aparecieron?”, preguntó sorprendida Hilda Horovitz del otro lado del teléfono. Y al recibir la respuesta, confirmó la sospecha con la que convivía desde hacía más de un año, cuando Centeno dijo haber quemado los ocho cuadernos en la parrilla de su casa de Olivos, luego de que la Justicia fracasara en su intento de encontrarlos. “Siempre estuve segura de que no los había quemado”, confiesa ahora Horovitz a NOTICIAS y agrega: “Centeno no es tan boludo”.

¿Quién guardó los cuadernos que sirvieron para procesar a Cristina Kirchner por asociación ilícita y los hizo aparecer a cuatro días de unas elecciones que parecen destinadas a ser ganadas por el espacio que la lleva como vicepresidenta? Pocos se animan a dar respuestas.

Horovitz, quien fue pareja de Centeno nueve años y guardó en el placard de su casa los cuadernos, lanza una posibilidad: “No sé con certeza quién los puede haber tenido, pero yo siempre pensé que los podría haber guardado en la casa de la madre de Centeno en Salta o con algún otro familiar”.

En Comodoro Py, una de las sospechas recae sobre la actual pareja de Centeno, Liliana Núñez, con quien vivía al momento de su detención en la casa de Olivos que la Justicia allanó para intentar dar con los cuadernos. Una fuente de la investigación lo explica a NOTICIAS: “El tema de los cuadernos fue raro desde el principio, porque cuando Centeno cae, él estaba seguro de que estaban en su casa, pero cuando llegó a buscarlos con Stornelli y los recibió la mujer, los cuadernos no estaban. Algo pasó ese día”.

Reaparición. La historia de la “resurrección” de los cuadernos escritos por el chofer de Roberto Baratta (ex número dos de Julio De Vido), empieza el 22 de octubre pasado. Ese día, el periodista del diario La Nación, Diego Cabot, recibió un llamado de un número desconocido en el que le indicaron una esquina de Núñez a la que debía dirigirse para recibir una documentación. Esa misma noche, en una dirección que no reveló por pedido de la Justicia, Cabot recibió de manos de un hombre “canoso, de unos 60 años y alrededor de 1,60 metro de altura, vestido con un saco azul y con una mochila negra”, un sobre con seis cuadernos que, según cuenta, lo paralizó.

Cabot fue quien recibió a principios de 2018 los ocho cuadernos del chofer. Fue Jorge Bacigalupo, el amigo de Centeno al que le había confiado la custodia de los textos, quien se los entregó. Entonces, el periodista los fotocopió y se los devolvió a su fuente. Durante meses, analizó la información, que detallaba recorridos por empresas en busca de bolsos con dinero, nombres de funcionarios, horarios y cifras millonarias. Hasta que en abril de 2018, Cabot decidió entregar las fotocopias al fiscal Carlos Stornelli.

El 23 de octubre pasado, el periodista repitió el camino y llegó al despacho del fiscal con los seis cuadernos recibidos el día anterior. Una foto publicada por La Nación registra el momento en que Stornelli levanta los cuadernos, una imagen que parece responderles a quienes por meses llamaron a la “causa de los cuadernos”, la “causa de las fotocopias”.

Desaparecidos. Centeno fue detenido el 31 de julio de 2018 y un día después, el juez Claudio Bonadio ordenó apresar a otras doce personas, entre ellas Baratta y empresarios, como Gerardo Ferreyra (Electroingeniería) y Javier Sánchez Caballero (Iecsa), sospechados de haber participado del circuito de corrupción K. El 2 de agosto, Stornelli volvió a la casa de Centeno por los cuadernos.

Cuando Horovitz se enteró de la inspección, alertó sobre la existencia de “varios escondites” en la casa, en la que ella misma vivió, y recomendó buscar en el ropero de la habitación del segundo piso; en el techo, a través de “una madera que se levanta” y en el entrepiso del garaje, “al lado de la cucha del perro, donde Centeno hizo una construcción para guardar cosas”. Las pistas fueron transmitidas por NOTICIAS a los investigadores, pero tras revolver la casa de la calle Repetto, en Vicente López, Stornelli se fue con las manos vacías.

Centeno, aparentemente desconcertado, dio entonces una nueva explicación al fiscal, que se incluyó en su declaración como “imputado colaborador” que ratificó Bonadio. En el expediente quedó registrada la segunda versión del chofer sobre el destino de los cuadernos: “Una tarde de mayo vino mi amigo Miguel Córdoba con su esposa Juana, de quien no recuerdo su apellido, a tomar unos mates. Yo ahí, aprovechando un momento que estaba solo con Córdoba, le relaté los cuadernos que tenía, donde yo anotaba cosas muy comprometidas y lo que me había hecho Bacigalupo. Y le comenté que los iba a quemar, a lo que él me señaló que sería conveniente”. Sigue Centeno: ”Ahí me levanté, busqué la caja con los cuadernos, me fui al fondo donde está el quincho y en la parrilla los rompí uno por uno, los amontoné y los quemé. Me quedé atizando el fuego hasta que se terminaron de quemar y Miguel Córdoba me miraba desde la puerta de la cocina que está cerca". Acogido a la figura del arrepentido, Centeno recuperó la libertad y desde entonces vive en un escondite custodiado por el Ministerio de Seguridad.

Sospechas. Fuentes de la investigación aseguraron a NOTICIAS que “algo pasó en ese ínterin” entre que Centeno fue detenido y Stornelli volvió a su casa para buscar los cuadernos. “Centeno estaba muy atemorizado porque todo el mundo quería lucrar con los cuadernos. Se había peleado con Bacigalupo porque sospechaba que había lucrado y la poca gente que sabía de la existencia de los manuscritos le decía que valían plata”, revela ahora la misma fuente.

Para el chofer, los escritos eran un resguardo y no un futuro negocio. Esa fue la versión de sus defensores oficiales, entre ellos Gustavo Kollman, quien en septiembre de 2018 dijo a NOTICIAS que Centeno “tenía miedo y escribía como protección”.

Ahora que seis de los ocho supuestos anotadores reaparecieron, en Comodoro Py esperan que las pruebas tengan su recorrido legal. Una opción es que Stornelli los entregue a Bonadio, que ya elevó a juicio oral parte de la causa. Otra, que lo haga al Tribunal Oral Federal 7 que llevará adelante el proceso.

Desde varios frentes adelantaron que pedirán pericias caligráficas, de tinta y de huellas digitales para corroborar si son los famosos cuadernos, intentar averiguar quién los tuvo este tiempo y precisar en qué fecha fueron escritos. También esperan que los cuadernos sean reconocidos por el chofer, como hizo con las fotocopias que le mostró la fiscalía. Y en el mejor de los casos, que Centeno arroje alguna explicación sobre el oportuno hallazgo.

A la cercanía con las elecciones se suma otro dato: la Cámara Federal de Casación Penal citó a los defensores de los procesados, entre ellos al abogado de CFK, Carlos Beraldi, y a los de Julio De Vido y Baratta, a una audiencia el 5 de noviembre. La cita servirá para que la defensa de la ex presidenta insista con sus pedidos de nulidad hacia las decisiones de Bonadio, entre ellos el procesamiento y el pedido de desafuero con prisión preventiva que ya le trajo varios dolores de cabeza a la senadora.

La fecha de aparición de los cuadernos no sólo sorprendió a políticos y varios implicados con despacho en tribunales. Hasta la ex de Centeno sembró dudas: “No se me ocurre quién puede haber sido el o la que los entregó, pero es muy extraño que aparezcan a cuatro días de las elecciones”.

Causa de los cuadernos Liliana Nunez

Nueva pareja. El día que la Justicia llegó a la casa de Oscar Centeno para detenerlo, estaba con Liliana Núñez, la mujer de 58 años con la que está en pareja. Ella también abrió la puerta al fiscal Carlos Stonelli cuando dos días después volvió con el chofer esposado a buscar los originales de los cuadernos en los que registró las supuestas coimas que Roberto Baratta recolectó entre 2005 y 2015. Liliana es modista y sigue habitando la casa de Olivos en la que vivía Centeno con sus ocho cuadernos.

Es uno de los pilares emocionales del chofer, que desde agosto de 2018 vive en un escondite, custodiado por el Ministerio de Seguridad. Centeno y su novia hablan por teléfono seguido y ella se encarga de los trámites judiciales que él no puede realizar. En Comodoro Py, algunos comenzaron a sospechar de ella cuando reaparecieron los cuadernos, porque fue la última que los custodió. 

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Daniela Gian

Daniela Gian

Periodista de política.

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