De manera virtual, Amado Boudou brindaba con amigos de la militancia en los últimos minutos del 2020: “El año que viene que sea sin lawfare”, pedía entre sus deseos. Horas antes se había enterado por la prensa del fallo del juez Daniel Obligado que le revocaba la prisión domiciliaria y aún no sabía si debería debería dejar la lujosa mansión de Avellaneda para volver a la muchísimo más modesta celda de la penitenciaría de Ezeiza.
Es que ahora Boudou tiene mucho que perder. Ya no está en el ostracismo K en el que vivió durante varios años: de repente, el ex vice tiene el apoyo de miles de dirigentes, entre los que se encuentran ex presidentes latinoamericanos, políticos locales, actores y periodistas, entre otros.
Para un grupo minúsculo de fanáticos, incluso, es todo un héroe. En sus redes sociales se lo puede ver firmando remeras, como si fuese una estrella de rock. Y hasta tiene indumentaria propia de su programa de radio de los domingos al mediodía. Merchandising carcelario del ex funcionario Nac & Pop que vive como todo un oligarca.
Es que, desde agosto, se mudó a una casona de cuatro plantas, cinco dormitorios y siete baños. Sólo su habitación, de 60 metros cuadrados, es 10 veces más grande que la celda que ocupaba en Ezeiza.
Pero a pesar de la condena firme, confirmada por la Corte Suprema, el ex compañero de fórmula de Cristina Kirchner sigue exprimiendo las arcas nacionales. Entre él y su mujer, la mexicana Mónica García de la Fuente, cobran más de medio millón de pesos por mes, por la pensión vitalicia del ex vice y un importante contrato de ella en la Cámara de Diputados. El único ingreso proveniente del ámbito privado que la Justicia conoce, es el de un departamento que alquila.
El hombre que un día intentó quedarse con la fábrica de hacer billetes, siempre se las ideó para sacarle provecho al Estado.
Los beneficios de Boudou
Boudou es uno de los pocos que podrán contar que le fue bien aún en medio de la pandemia. Y no sólo porque el coronavirus fue uno de los argumentos por los que en abril dejó la penitenciaría de Ezeiza, sino que además, en junio, recibió otra grata noticia. Anses autorizó el pago de la pensión vitalicia por haber sido vicepresidente entre 2011 y 2015: un ingreso mensual de $420 mil. Nada mal.
Durante la gestión macrista le habían negado el pago, que según la ley es del 75% del sueldo de un juez de la Corte en actividad, por cuestiones de “honorabilidad”: no podían otorgárselo a quien fue condenado por un delito, decían. Pero Fernanda Raverta, la actual titular de Anses, dio vuelta la resolución. Ante esa decisión, Juntos por el Cambio intentó una nueva estrategia. El diputado Facundo Suárez Lastra presentó un proyecto para impedir que los condenados por corrupción reciban pensiones vitalicias, pero su idea nunca fue considerada en las comisiones a las que fue girada.
Según Anses, el ex vice ya percibió el periodo 1/2021 y el miércoles 3 de febrero tendrá depositado el segundo del año en un banco privado del barrio de Barracas.
A la debatida pensión, la familia Boudou le suma el cuantioso sueldo que la mujer cobra de la Cámara baja. Es asesora del Frente de Todos con categoría A3 en planta transitoria. La cifra que percibe es de $ 118 mil en bruto. Otra remuneración gerencial, para una familia tan Nac & Pop.
Fuentes internas del Congreso aseguran que nunca vieron a García de la Fuente en ningún despacho. “Por eso está asignada al bloque y no a un diputado en particular. Para no tener que declarar días y horas de trabajo”, asegura un empleado de la Cámara.
A la psicóloga oficial del caso Boudou, encargada de realizar la pericia para ver cuánto podía influir en la familia la vuelta a prisión, García de la Fuente le aseguró que sin la presencia del ex funcionario ella no podría trabajar, ni en formato home office. Según su declaración pasa seis horas al día frente a la computadora y, mientras tanto, él cuida a su hijos. Los pequeños Simón y León son el escudo perfecto en el intento de Amado de conservar su libertad.
La mudanza de Amado Boudou
En agosto, la familia dejó el departamento que habitaba en el edificio Barracas Central, una construcción antigua completamente reciclada y con lujosos amenities. La decisión tuvo que ver con que el domicilio del ex vice ya se había hecho demasiado conocido y eran frecuentes los escraches.
El cambio no fue nada malo: dejó la Capital y se mudó a una mansión en Avellaneda. La vivienda tiene más de lo que un preso podría pedir para su domiciliaria: seis ambientes divididos en cuatro plantas, quincho, pileta y patio. Ideal para el verano.
El costo de la casona, que hasta hace poco tiempo estaba a la venta por 460 mil dólares, no se condice con el alquiler que la familia paga: abonan $ 40 mil por mes, el precio de un departamento de dos ambientes en Palermo. Una ganga.
La dueña de la vivienda, Mónica Schenbari, no es una desconocida para el mundo kirchnerista: fue una de las aportantes de la campaña del Frente para la Victoria en las elecciones de 2015, según consta en los registros de la Cámara Nacional Electoral.
El contrato tiene algunas particularidades. No tiene garantes y está fechado en enero del 2020 a pesar de que cuando el juez Obligado le otorgó la prisión domiciliaria a Boudou, en abril, se fijó como dirección del detenido Salmún Feijoo 735, piso 1°, en el edificio Barracas Central: para la Justicia la otra casa aún no estaba en los planes. Además, una extraña cláusula del acuerdo entre partes indica que los inquilinos comenzarían a pagar recién seis meses después. Casualmente, o no, en agosto.
Afuera de la magnífica casona, que los vecinos describen como una de las cinco más lujosas del barrio, suele estar el vehículo en el que se mueve García de la Fuente, una Kia Soul azul del 2015 que debe 41 mil pesos de multas en Capital Federal. De todas maneras, es poco al lado del auto de Boudou. El Audi A4 del ex funcionario, que hace tiempo no se ve pero del cual sigue conservando la titularidad, adeuda unos $ 455.445, algo más de lo que él cobra de pensión cada mes. La prolijidad nunca fue uno de sus fuertes.
La pelea judicial
A pesar de todo, Boudou sigue luchando por la libertad. El 3 de diciembre, la Corte confirmó la condena a cinco años y diez meses de prisión por cohecho pasivo y negociaciones incompatibles con la función pública. Parecía que estaba a un paso de volver a la cárcel de Ezeiza, adonde ya había estado en dos oportunidades. Sin embargo, la demora del juez de ejecución penal, primero, y la feria judicial después, le dieron sobrevida de lujo. Tras la feria, la Cámara Federal de Casación Penal decidirá si hace efectivo o no lo que le queda de tiempo en prisión.
Mientras tanto hubo novedades. Y muy buenas para Boudou: la Justicia le redujo 10 meses su condena por haber hecho cursos durante su detención. El hombre aprendió electricidad, organización de eventos y filosofía. Por eso le dieron el beneficio.
Los argumentos que la defensa esgrime para que Amado siga viviendo en la celda vip no parecen demasiado contundentes. Que sus hijos lo necesitan cerca y que, por la pandemia, su mujer no cuenta con apoyo de su familia. Fundamentos comunes a un gran porcentaje de la población carcelaria.
Boudou fue más allá. Imbuido en la oleada de igualdad de género reclamó que, si la ley establece beneficios para las mujeres cuando sus hijos son pequeños, a él también debería contemplarlo. “Creo que es una situación que hay que equiparar, la de madres y padres en relación al vínculo y los roles de cada uno. Es algo que la Justicia penal tiene que atender”, indicó en la tevé pública. Y siguió: “Lo reconocen para las mamás con niños de hasta cinco años, los míos tienen tres”. Otra vez, los chicos transformados en salvoconducto. Además, el ex vice aconseja a los demás presos: “Hay que presentarse y pedirlo. Ojalá este caso abra caminos para que sea tenido en cuenta ante situaciones similares”. Un vanguardista.
De todas maneras, Boudou ya pasó la peor parte de su condena. Estuvo preso en dos oportunidades: desde noviembre de 2017 a enero del 2018 y de agosto de ese año hasta abril del 2019. Si vuelve a la cárcel, no será por mucho tiempo más: a mediados de este año estaría en condiciones de empezar a pedir salidas transitorias y en 2022 ya tendría los dos tercios de la pena cumplidos, requisito que le permitiría salir definitivamente.
Es que mientras discute si vuelve o no a la penitenciaría de Ezeiza, Boudou sigue acumulando días de detención. Aunque sean en un domicilio demasiado opulento como para pensar que está privado de su libertad.
Interna política
Antes de ser condenado por la Justicia, Boudou ya había caído en el ostracismo K. “Le soltaron la mano”, se decía en ese momento sobre la suerte del ex vice, que apenas contaba con el apoyo de Luis D’Elía, Fernando Esteche y otros actores menores. Estaban lejos de conmover a dirigentes de primera línea, pero algo cambió.
Este 2021, una solicitada con casi cinco mil firmas sacudió al mundo político. “Libertad a Boudou”, es el título del texto que argumenta que el ex funcionario está condenado por una serie de abusos procesales, a pesar de que a su caso lo revisaron 17 jueces, y que le apunta al lawfare. “Me acompañan siete ex presidentes”, se enorgulleció el ex funcionario condenado al ver la campaña gestada por Horacio González y Edgardo Mocca.
No firmaron Cristina Kirchner ni Alberto Fernández, nadie esperaba tanto. Pero sí lo hicieron dirigentes cercanos a la fórmula presidencial: hay funcionarios nacionales como el ministro Jorge Ferraresi; amigos del Presidente, como Eduardo Valdés y leales absolutos a la vice, como Oscar Parrilli.
Envalentonados por el revisionismo K, los defensores legales de Boudou irán a la Corte Interamericana de Derechos Humanos para que revise la causa. Apenas un simbolismo, porque esa decisión no será vinculante para el sistema legal argentino.
Mientras tanto, Boudou sigue con su nivel de vida envidiable, aún condenado por corrupción. Los vecinos dicen verlo salir a andar en bicicleta, con su tobillera electrónica a cuestas.
Como los boxeadores, tiene la mano prohibida, porque la condena incluye la imposibilidad de volver a ser funcionario público a perpetuidad. De todas maneras, se las arregla bien para seguir viviendo cómodamente del Estado.
En su programa de radio dominical, donde rememora una vieja pasión marplatense de ser disc-jockey, habla de la revolución popular, de la inclusión social y del proyecto nacional y popular, pero lo hace desde una prisión de lujo. Una contradicción más, aunque eso nunca lo incomodó.
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