Javier Milei casi nunca elige a quiénes poner de candidatos en las listas de La Libertad Avanza. Pero las pocas veces en que sí lo hace, en contra de la opinión de su entorno, por lo general terminan siendo pésimas decisiones. Como botón de muestra, observemos lo que ocurrió con la boleta de postulantes a diputados por la Provincia de Buenos Aires.
El cabeza de lista, José Luis Espert, fue una imposición del Presidente que su mesa chica acató, pero todo terminó con el economista eyectado de ese lugar tras el narcoescándalo que lo involucró con “Fred” Machado. Tras la salida de Espert y la extradición aprobada de “Fred”, Milei intentó que el puesto vacante para liderar la campaña lo ocupara su aliado Diego Santilli, que estaba en la tercera posición. Pero una fiscal primero y un juez después avisaron que debe encabezar la segunda de la lista y no el tercero. Y a la segunda, como a Espert, la había elegido también Milei vaya uno a saber por qué, aparte de su presencia en varios actos libertarios: se trata de la llamativa ex vedette Karen Reichardt. Había desesperación por estas horas en el Gobierno ante la posibilidad de que la ex chica Playboy realmente quedara al frente del proselitismo mileísta, por lo cual se barajaba la posibilidad de que dé un paso al costado para que Santilli -con quien el Presidente ya se mostró en público- termine siendo el elegido.
Resumiendo: el errático dedo del Presidente impuso a un cabeza de lista que debió bajarse por sus supuestos vínculos narcos y en su lugar quedaría una rubia debilidad también seleccionada por él, y con la cual ahora no saben qué hacer.
Santilli, el ex tercero, parece una decisión más racional, aunque no si se tiene en cuenta que hace dos años, antes de convertirlo en su aliado, el Presidente lo trataba de “corrupto”, “engendro”, “inútil”, “pésimo candidato” y “comunista”. Según el folclore de los libertarios, Santilli vendría a representar lo que ellos definen como “casta”, es decir, un “arribista” de los muchos que se suman a Milei a cambio de un cargo o una candidatura. Suena injusto ahora que el propio Presidente lo trata de “re candidato”.
En el que era el cuarto lugar de la lista también figura alguien que fue impuesto excepcionalmente por el Presidente -la lapicera, recuerden, la tiene su hermana Karina- y se trata de acaso su mejor amiga, Gladys Humenuk. La conoce desde la época en que trabajaban juntos en la Corporación América de Eduardo Eurnekian, luego la puso a colaborar con Karina en la Secretaría General del Gobierno, pero la hermana la echó y como premio consuelo le consiguió un puesto en el Correo, de donde también sus superiores intentaron expulsarla, sin éxito. Milei pidió meterla en la lista, aunque ella ni siquiera participa de la campaña. Al menos no es amiga de “Fred” Machado ni chica de tapa de Playboy.
Que al Presidente le cuesta elegir candidatos lo demuestra, además, un antecedente aún fresco: él decidió, en contra de la opinión de Karina y de otros integrantes de su mesa chica, que la que lo acompañara en la fórmula presidencial en 2023 fuera Victoria Villarruel. Hoy no se dirigen la palabra.














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