Ya se sabe que Santiago Caputo, el asesor estrella de Milei, está con un pie afuera del Gobierno por su interna con la implacable Karina, la hermana presidencial. Incluso anuncia, en voz baja, que dará un portazo después de las elecciones del 26 de octubre, cualquiera sea el resultado, acaso para irse él solito antes de que la secretaria general le corte la cabeza. Como aporte final a la causa libertaria, “Santi” se anota el poroto del salvataje de Estados Unidos, que se dio -es cierto- gracias a los buenos oficios del lobbista Leonardo Scatturice y de su socio norteamericano Barry Bennett. El primero es cercano a Caputo y el segundo, a Donald Trump.
Pero, antes de que se vaya, hay que preguntarse qué le aportó realmente a Milei como consejero o consultor. Qué le sumó a su Gobierno. Si se trata de estrategia electoral, fue algo efectivo en 2023, cuando la opinión pública aún no había descubierto la cara menos amable de Milei, pero falló desde allí en adelante, una vez que el candidato se convirtió en Presidente y se mostró tal cual es. Y en esa exhibición del costado más brutal de Milei, el asesor también tiene mucho que ver: fue quien se puso al frente de la llamada batalla cultural contra todo lo políticamente correcto, el feminismo, la cultura woke o progre y el colectivo LGBTQ+, algo que podía resultar rendidor ante el núcleo duro libertario de las redes, pero que tarde o temprano traería consecuencias en el electorado de centro.
Cuando las encuestas reflejaron que esa batalla cultural se estaba perdiendo -no solamente las encuestas, sino también el mazazo de la elección bonaerense-, Caputo quiso desactivar al Frankensein que había creado y le aconsejó al Presidente suavizar su discurso en esa recordada cadena nacional en que prometió plata para discapacitados, jubilados y universidades. Pero era tarde: el giro no sonó creíble porque el Milei verdadero al que antes alentaba el asesor ya había ido demasiado lejos.
Otro punto polémico de esa batalla cultural fueron los modos empleados, además del fondo de la cuestión. Alimentar con dinero público al ejército de trolls comandados en las redes por un tal “Gordo Dan” no le reportó ningún beneficio al Gobierno, salvo el momentáneo temor de sus rivales a ser escrachados. Pero una vez que el temor pasó, y las urnas castigaron esos excesos, hasta la propia Karina Milei les reprochó a los “gordos digitales” que eran piantavotos y que “espantan a los porteños”, razón por la que ni “Dan” ni ninguno de sus secuaces figuró en las listas de La Libertad Avanza.
Después hay otra cuestión importante. Un consejero político es alguien que está en las sombras, que no se deja ver ni se hace notar. Caputo, sin embargo, no dejó escándalo por protagonizar en estos largos meses en el poder, desde la patoteada al diputado Facundo Manes hasta su amenaza a un fotógrafo, sin mencionar que tiene tatuajes de la mafia rusa, colecciona puñales y armas y además practica tiro, ¡video que encima se filtró! Aunque de más joven soñaba con ser agente de Inteligencia, está claro que no sirve ni para espiar ni para pasar desapercibido. Se lo comió el personaje violento de su trunca batalla cultural.
Tampoco es que Karina confíe mucho en él: le puso un empleado de la Casa Militar en la entrada del despacho que ocupa en la Casa Rosada para vigilarlo de cerca y ver a quiénes recibe. Un consejero experimentado debe velar por el bien común del Gobierno, no llevar agua para su molino y constantemente petardear a los adversarios internos, y menos si se trata de la hermana del Presidente, como si le gustara jugar con los bigotes del león. Aunque a veces, es cierto, su capacidad para la intriga está sobrevalorada. Cuando ocurrió la crisis de los audios en los que alguien grabó sin su consentimiento a la hermana de Milei, algunos ojos, los de los más conspiranoicos, enseguida se posaron en Caputo, quien, como se sabe, maneja la SIDE. Creían que él había mandado a filtrar ese material para dañar a Karina. Los que conocen el paño, en cambio, hablaban de un muchacho desahuciado que se vio superado por las circunstancias y no fue capaz de controlar nada.
La pregunta, entonces, se impone: ¿es Caputo el peor asesor de la historia reciente? Probablemente haya que retroceder hasta Anonito de la Rúa para encontrar a alguien tan incompetente. Sí, el hijo de aquel ex presidente que le aconsejó rodearse de militares en una cadena nacional mientras las cacerolas copaban las calles y la represión en Plaza de Mayo dejaba cinco muertos en medio del estado de sitio.
Caputo difícilmente supere eso. Pero sigue acumulando error tras error.














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