La charla distendida sirvió para limar asperezas. El jueves 9, en una mesa con pocos comensales y mucho sushi, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal se vieron por última vez. La relación es la de siempre, dicen quienes participaron del cumpleaños de Federico Salvai en su casa porteña, pero se puede sentir de fondo un clima de tensión provocado por algunas indefiniciones políticas.
Larreta y Vidal se prometieron, una vez más, no hacer que se resienta su vínculo de confianza más allá de lo que resulte de cara a las elecciones del 2023. Pero las candidaturas podrían lograr que se resquebraje una relación que, hasta hace unos meses, no tenía fisuras.
Es que Mauricio Macri subió al ring a Vidal como candidata presidencial, lo que la pone en pie de igualdad con Larreta y Patricia Bullrich. Pero además, la ex gobernadora alienta a Cristian Ritondo como candidato bonaerense, a sabiendas del ruido que genera, porque la decisión del alcalde porteño es apoyar a Diego Santilli.
Por último, y ante la indefinición de Vidal, Larreta promueve como sus sucesores en la Ciudad a Jorge Macri y a Martín Lousteau.
Peligrosa estrategia la de la ex gobernadora: mientras especula sobre cuál será su lugar en la contienda que viene, ve cómo los casilleros se van llenando. De tanto esperar, se puede quedar con las manos vacías. Y sin el apoyo de su padrino político.
Torineos
La relación entre Larreta y Vidal empezó a tener cortocircuitos en la campaña legislativa del 2021. Fue cuando la ex gobernadora lanzó a Ritondo para la provincia, en medio de la campaña de Santilli.
“Este es mi equipo en la provincia. Y tiene un liderazgo que para mí se lo ganó sobradamente, alguien en quien confío con los ojos cerrados, que es Cristian Ritondo", dijo Vidal, entonces candidata a diputada por la ciudad de Buenos Aires. La frase fue un terremoto en el edificio de Uspallata.
Vidal ganó la elección en CABA, pero no se instaló como candidata natural a suceder a Larreta. De hecho, sigue desarrollando su figura nacional, en vez de cultivar un perfil porteño que pueda ponerla a competir con Jorge Macri o Lousteau. En lo que va del 2022, la ex gobernadora visitó una decena de provincias y tiene pensado recorrer el resto en este último semestre. El próximo desembarco será en Córdoba, donde ya estuvo hace un mes.
Su agenda se completa con una recorrida semanal junto a Ritondo por Buenos Aires, además del trabajo legislativo y algunas actividades en la Ciudad.
Mientras Larreta tiene decidido su camino (incluso aseguró que si Macri se decide a ser candidato, lo enfrentará en una interna), a Vidal le cuesta más encontrarse de cara al 2023. En su entorno íntimo tiene dos interlocutores con miradas distintas: Salvai, su ex jefe de Gabinete, le aconseja hacerse fuerte en Capital, mientras que Ritondo la arrastra a la Provincia. Desde hace meses triunfa el jefe del bloque PRO en Diputados.
Factor M
La relación entre los dirigentes PRO estaba tensa. Y las últimas declaraciones de Macri sobre Vidal no hicieron más que agregarle condimentos a una discusión inevitable.
“Siempre tuve debilidad por María Eugenia”, dijo el ex presidente en una entrevista con Viviana Canosa. Y agregó: “Si yo el año que viene no estoy participando y veo que Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, u otros como María Eugenia, que no descarta (competir), expresan un cambio, voy a dar mi opinión”.
Otra vez, en el entorno de Larreta se encendieron las alarmas: Macri puso a Vidal en un pie de igualdad con los ya declarados candidatos presidenciales y eso podía generar nuevos inconvenientes. De hecho, el ex presidente autorizó a Vidal a que ponga un coordinador, tal como deben hacer Larreta y Bullrich, para trabajar en la Fundación Pensar con la realización de programas de Gobierno.
Vidal tiene un abanico de posibilidades, pero la indefinición podría jugarle una mala pasada: si no logra hacer pie como candidata presidencial, podría ser tarde para aspirar a la sucesión de Larreta. En Uspallata, donde monitorean la imagen de sus funcionarios, dicen estar sorprendidos con el crecimiento de Jorge Macri. Es una manera de avisarle a Vidal que se le pasa el tren.
La ex gobernadora también juega sus cartas. En una entrevista en radio Rivadavia le preguntaron por sus aspiraciones: “Me gustaría ser presidenta, aunque no estoy desesperada”, soltó. El larretismo tomó nota.
En el entorno de ambos dirigentes buscan bajar el tono e insisten en que la relación es de tanta confianza que sería imposible que se quiebre. También aseguran que las diferencias las resolverán entre ellos: “Nadie puede meterse en el medio”, agregan. Pero es política. Y en política todo puede pasar.
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