Friday 6 de December, 2024

POLíTICA | 21-04-2021 12:27

Carlos Zannini, el cazador de Mauricio Macri

Estuvo preso durante el macrismo y hoy le toca encabezar la ofensiva judicial contra el ex presidente. Las otras causas preocupantes.

Cuando Carlos Zannini estaba preso, rezaba el Padre Nuestro todas las noches, pero cuando llegaba a la parte que dice: “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, entraba en conflicto consigo mismo. Un día lo visitó un cura riojano que le regaló una estampita y le generó confianza. Durante la charla le confesó lo que le pasaba con el Padre Nuestro.

“Siento que me estoy mintiendo cuando lo digo. Yo no los puedo perdonar”, le dijo. Esta escena, narrada en el libro “Prisioneros” de Lucía Salinas y Lourdes Marchese, sintetiza el sentimiento de Carlos Zannini hacia aquellos que lo llevaron a prisión durante el anterior gobierno. En esa lista está Mauricio Macri, con quien hoy tiene los roles invertidos. Zannini dejó de ser el perseguido, para pasar a ser el perseguidor.

El Chino”, como se lo conoce, fue 12 años el secretario de Legal y Técnica de la Presidencia, el mismo cargo que hoy ocupa Vilma Ibarra. Ahora, en su segundo paso por la administración nacional, está a cargo de la Procuración del Tesoro, el organismo que se encarga de ejercer la representación judicial del Estado. Son los abogados que defienden la cosa pública. En ese rol, estas últimas semanas dio fuertes señales de que la cuestión contra Macri es casi personal. Primero rechazó la oferta que hizo el grupo Socma por la deuda de Correo Argentino e incluso pidió la quiebra. El caso del Correo Argentino sigue encerrado en la misma cuestión que lo llevó a su expropiación.

Menem le dio la concesión del Correo a Franco Macri a cambio de un canon. Poco tiempo después el Gobierno incumplió ciertas exclusividades del contrato y el Grupo Socma decidió dejar de pagar el canon, así comenzó a acumularse una deuda millonaria. En 2003, Néstor Kirchner expropió la empresa con sus bienes y no la indemnizó. Con este tire y afloje llegamos hasta hoy, donde el Estado reclama el canon y la empresa la indemnización. Ninguno quiere ceder y el caso quedó envuelto en la disputa política entre el macrismo y el kirchnerismo.

Pero este caso no solo queda atrapado en cuestiones empresarias y de dinero. Dentro del Grupo Socma, hasta hace unos pocos años estaban los hijos de Mauricio Macri, Gimena, Agustina y Francisco, como accionistas, hasta que en 2018 vendieron la parte de cada uno (que sumaba un 20%) a su tío Gianfranco, quien se radicó en Uruguay a fines de 2019 cuando cambió el gobierno.

En el expediente Correo, Zannini acusó a la empresa de actuar con “mala fe” y dilatar el proceso. Incluso se defendió de una afirmación de la empresa, que dijo que el Estado era un “acreedor hostil”. “¿Cómo podría seriamente aceptarse que el Estado es acreedor hostil cuando es la concursada quien en la última propuesta formulada en el año 2016 realizó una oferta

irrisoria? Es evidente su abusivo proceder, pues a sabiendas de lo irrisorio de las ofertas, continúa haciéndolas con la única intención de seguir dilatando el trámite de este procedimiento”, respondió Zannini.

Deuda. La otra novedad que involucra a Zannini es el decreto presidencial que instruye a la Procuración del Tesoro a ser querellante en una causa contra Macri por la deuda con el FMI. La novedad es importante porque se trata del Presidente de la Nación poniéndole el cuerpo a una demanda penal. En la organización del Estado este tipo de cuestiones están a cargo de la Oficina Anticorrupción (OA).

Esta vez, con Macri, buscaron darle más relevancia. Lo llamativo de la cuestión es que la querella no busca avanzar sobre los funcionarios del FMI, con quienes están negociando mejoras en el plazo de los pagos. Es decir que solo van contra los funcionarios argentinos. En el decreto esto quedó bien claro y recordaron la denuncia de la OA: “Cabe tener presente que, en su denuncia, y en virtud de la inmunidad reconocida a los funcionarios del FMI, la Oficina Anticorrupción expresó que 'no corresponde ni es factible juzgar aquí' la conducta de estos”.

La movida judicial fue tan relevante que obligó a Macri a responder y referirse al tema Correo, algo que no era frecuente en sus defensas tuiteras. “Frente al atropello al margen de la ley del Procurador del Tesoro de la Nación, Zannini, espero que la jueza (Marta) Cirulli rechace ese abuso militante y acepte la propuesta del pago del 100%. Se evitará un perjuicio al Estado y la persecución ilícita a mis hermanos e hijos, que es su plan de venganza”, escribió.

Cerca de Zannini sostienen que habla muy seguido con el presidente Alberto Fernández, pero su principal respaldo en el Gobierno es su amistad con Cristina Kirchner, con quien nunca dejó de tener comunicación incluso estando preso. El día que salió en libertad, ella lo llamó por teléfono y cuando comenzó a quebrarse su voz, él la interrumpió y le dijo: “Cristina, no llores, porque te están escuchando, no quiero que te vean débil”.

Zannini supo construir una amistad incondicional con CFK. Fue uno de los pocos pingüinos que sobrevivió cuando La Cámpora ganó espacio en el segundo gobierno de CFK. Sus enemigos internos siempre fueron Julio De Vido, José López y Ricardo Jaime. Cuenta la leyenda que estando en prisión, cuando Zannini se cruzó con López lo increpó y le preguntó quién le había dado la plata, aquellos célebres dólares que estaban dentro de bolsos que el ex funcionario intentó esconder en un convento.

Otro enemigo que supo cultivar Zannini es el ex espía Antonio “Jaime” Stiuso. El desprecio es mutuo. Zannini cree que su detención fue un coletazo de la guerra desatada a fines de 2014 entre el gobierno de Cristina Kirchner y sus servicios de Inteligencia. Un detalle de aquella detención fue que quien la ordenó fue el fallecido juez Claudio Bonadio, quién siempre se llevó de los pelos con Stiuso. Tal vez lo que le sucedió a Zannini es una prueba de lo peligroso que puede resultar que sus enemigos queden alineados en sus intereses.

Al margen de las causas con fuerte impronta política, Zannini tiene bajo su responsabilidad juicios que podrían significar un costo enorme para las cuentas públicas. Uno de los casos es el del bono atado al cupón PBI que tramita en el juzgado de Loreta Preska, en Nueva York. Durante la gestión de Macri, la jueza había rechazado la demanda del fondo Aurelius, que, aprovechando el cambio de gobierno, volvió a presentar la demanda y argumentó que hubo mala fe en el cambio de la base del cálculo del cupón porque la inflación que medía el Indec estaba manipulada. La jueza decidió abrir el caso a prueba y si sale mal para la Argentina, el costo superaría los mil millones de dólares.

Amigos. Otros caso que está en manos de la procuración es la demanda por la expropiación de YPF que se tramita también en el juzgado de Preska en Nueva York. Esta demanda la lleva adelante el fondo Burford Capital a través de un poder que le cedió la familia Eskenazi para litigar contra Argentina en cualquier tribunal del mundo. Por ese acuerdo, la familia Eskenazi cobró 15 millones de dólares y el derecho a obtener el 30% de lo que se cobre en caso de ganar el juicio. Según los trascendidos, este juicio podría costar al país unos 3 mil millones de dólares, de los cuales los Eskenazi podrían llevarse cerca de mil millones.

El caso resulta incómodo para Zannini por dos motivos: el primero es que él mantiene un buen vínculo con los Eskenazi, producto de la relación que Enrique y Sebastián habían trabado con Néstor Kirchner, con quien se ideó el plan para comprar, con dividendos de la empresa, el 25% de Repsol-YPF, pero también porque Zannini fue parte del directorio del Banco de Santa Cruz, propiedad de los Eskenazi, entre 2016 y 2017. Representaba al gobierno de Alicia Kirchner.

El segundo motivo que hace que sea incómodo el rol de Zannini en la demanda contra la Argentina es que el presidente Alberto Fernández es amigo de la familia Eskenazi y también tiene amigos en común, como el lobbista Adrián Kochen, quien maneja las relaciones públicas de Sebastián Eskenazi, el marido de Analía Franchin, la subcampeona de Masterchef Celebrities Argentina. ¿Qué papel desempeñará Zannini en este caso? Las motivaciones del macrismo eran claras: además de evitar un pago sideral, también querían exponer el vínculo de los Eskenazi con los Kirchner. No pudieron. En la actualidad está claro que Zannini no quiere revolver tanto. ¿Qué pensará Loretta Preska? Sin dudas le deben llamar la atención los vaivenes pendulares de la Argentina.

Esta constante relación con los tribunales de Estados Unidos, sumado a su condición de diabético, fue uno de los argumentos que llevó al Gobierno a poner a Zannini en la lista de privilegiados para recibir la vacuna rusa Sputnik V en el escándalo del vacunatorio VIP. Lo que no tiene explicación es la inmunización de su esposa.

Zannini siempre mantuvo bajo perfil bajo, inversamente proporcional al poder que supo manejar. Era un completo desconocido para el gran público hasta que aceptó ser el candidato a vicepresidente de Daniel Scioli en 2015. Aquella exposición le costó escraches y hasta una derrota frente a un adversario que desprecia. Hoy tiene la oportunidad de reivindicarse de aquella derrota, pero sobre todo está frente a la chance de vengarse de los que motorizaron su paso por la prisión.

Ya lo dijo: le cuesta perdonar.

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Rodis Recalt

Rodis Recalt

Periodista de política y columnista de Radio Perfil.

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