Gabriela Michetti sigue el ir y venir de las olas con sus ojos. Habla con su padre, Mario, sentado al lado suyo, toma un mate, se ríe, calla, pero no pierde de vista el agua salada. De todas las maneras y lugares que había para elegir dentro del coqueto balneario Heminghway, en Cariló, ella se sitúa a cinco metros de la orilla, bien de frente al Atlántico.
Es la única persona con silla de ruedas en la playa, y eso, más el vestido rojo furioso que lleva y el cargo que ostenta, hace que casi todos los turistas la miren, le saquen fotos, cuchicheen. Algunos la critican por lo bajo, por tomarse unos días en plena crisis económica. A Michetti no le hace mella: hace más de 25 años que no entra al mar, desde que sufrió el trágico accidente en el que perdió la movilidad de sus piernas, y quiere tener el agua lo más cerca que pueda.
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Separada desde hace un tiempo de su ex pareja Juan Tonelli, Michetti sabe que el año que acaba de empezar va a ser clave para su futuro. No sólo porque tendrá que pelear para reaparecer en la boleta presidencial junto a Mauricio Macri, intención que no le gusta para nada al círculo de poder que sigue a Durán Barba y a Marcos Peña, sino porque volverá a mojarse.
Literal: la vicepresidenta prometió, cuando visitó Mar del Plata el año pasado para el estreno en los balnearios públicos de las sillas anfibias, que permiten el ingreso al mar de las personas con discapacidad, que antes del fin de su mandato se metería en el mar. “¡Para qué habré dicho eso!”, dice entre risas, a meses de concretar el compromiso.
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La falta de sillas adecuadas en los paradores playeros no es el único problema para aquellos con la movilidad reducida, y Michetti lo sabe y lo vuelve a experimentar en Cariló: como el acceso a la playa llega hasta el límite sobre la arena que marca la concesión al balneario privado, a unos 30 metros del agua, a la vicepresidenta la tienen que arrastrar hasta la orilla. Ella se deja llevar, acostumbrada, pero uno de los turistas captura el momento y la imagen se viraliza en las redes. “Si Macri está en el Sur y Michetti en Cariló, ¿quién gobierna?”, es el eslogan que comparten cientos de miles de usuarios enojados.
Las olas y el viento. La vicepresidenta tiene carácter y se irrita con los que la critican por el descanso. “Vine a acompañar cuatro días a mi padre, que no está en un buen momento y necesita el aire de mar, y dicen cualquier barbaridad. Todo el tiempo, además, estoy conectada con el celular. No son vacaciones esto”, se queja Michetti, que aclara que hará una pausa de una semana en marzo para ir al complejo presidencial de Chapadmalal.
No es la única persona que está molesta, ya que su vecino de carpa refunfuña por lo bajo por su presencia. Cariló hizo lo que el macrismo había prometido como eje de campaña, algo que quedó bien lejos de ser verdad, y finalmente cerró la grieta: en la tienda contigua a la de la vicepresidenta se broncea, con el físico impecable para sus 71 años, Enrique Albistur, ex secretario de Medios de Néstor y Cristina Kirchner, uno de los impulsores de la discriminación en el reparto de pauta oficial que recibió la Editorial Perfil durante el gobierno anterior.
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“¿Y? ¿Hablaste algo con ella?”, le pregunta un turista curioso a “Pepe”, que contesta con la lengua filosa que lo caracteriza. “¿De qué voy a hablar con Michetti? Si de política no sabe nada”, dice Albistur, mientras Victoria Tolosa Paz, su mujer, concejala K platense que sueña con lograr la intendencia de la capital bonaerense en las próximas elecciones, le festeja la ocurrencia.
El chiste no les causa gracia a los custodios de la vicepresidenta, que siguen la escena a pocos metros, casi las únicas personas de la playa que tienen la remera puesta y los dientes apretados.
Mientras tanto, Silvina, la hermana de la vice, transpira y mastica bronca por no encontrar lugar para dejar el auto en el atestado estacionamiento del balneario. La otra Michetti, que saltó a la fama en el 2016 como una de las aportantes de los 245 mil pesos y 50 mil dólares no declarados que fueron robados de la casa de la funcionaria, fue la que se encargó de reservar la casa en la entrada de Cariló donde se alojó la familia del jueves 3 hasta la mañana del domingo 6.
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El lunes Michetti ya estaba en la Casa Rosada. “Hoy me visitó mi papá”, contó en su cuenta de Twitter, junto a una foto con su padre en el despacho presidencial, en lo que algunos interpretaron como una respuesta a las críticas por sus minivacaciones.
Hoy me visitó mi papá en @CasaRosada pic.twitter.com/YLzYlrlutY
— Gabriela Michetti (@gabimichetti) January 7, 2019
En su regreso a Capital a la vicepresidenta le sonó bastante el celular. Casi todas las consultas eran por su futuro. “Si Mauricio me lo pide, obviamente estaré, tengo la vocación y las ganas”, es su primera respuesta, y la que suena más sincera, aunque también ofrece la otra mejilla a los que prefieren a Patricia Bullrich o Carolina Stanley en su cargo.
“Si no se da, igual voy estar satisfecha. Fueron muchos años en la política, con mucho trabajo y poco tiempo para mi vida personal. Tengo 54 años y también ganas de hacer alguna otra cosa con mi vida”.
*desde Cariló.
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