Con lo primero que se lo asocia es con comida. El término “plant based”, que significa “basado en plantas”, se popularizó para referirse a un tipo de alimentación que no incluye ningún tipo de proteína animal. Hoy proliferan los restaurantes y emprendimientos de comida que ofrecen platos y productos únicamente a base de vegetales, y por eso monopolizaron el concepto.
Sin embargo, no solo la alimentación puede ser “plant based”. En un mundo cada vez más atento al respeto animal y a un consumo con preceptos sustentables, que de alguna forma aporte un granito de arena al cuidado del medio ambiente, otras industrias han comenzado a plegarse al fenómeno, tanto por real interés como por demanda de los consumidores. Moda, cosmética y decoración fueron las siguientes en tomar la posta.
Una piel cuidada
Desde hace años, activistas de todo el mundo vienen luchando por el cese de la experimentación en animales en el mundo de la belleza y la cosmética. Podría decirse que recién en la última década fueron realmente escuchados. Mientras antes eran pocos los casos en los que exhibían con orgullo en el envase la leyenda “cruelty free” (“sin crueldad animal”), hoy no solo son cada vez más, sino que además han surgido muchas marcas y emprendimientos que solo trabajan a base de plantas e ingredientes naturales.
La marca de cosmética natural María Magdalena, por ejemplo, fue fundada por tres emprendedoras que buscan tomar el cuidado de la piel como el segundo paso de una sana alimentación. “Reconocemos y confiamos en el poder de lo natural, de lo que ya es, de lo que no está intervenido”, apuntan. Entendiendo que el cuerpo también puede contaminarse a través de la piel, proponen productos naturales, ecológicos y certificados. Entre estos se destacan la crema facial de kale, el sérum de rosa mosqueta, jojoba y omegas y el shampoo y acondicionador de mate.
Uno de los pioneros en este camino es Weleda, marca de orígenes suizos y alemanes que hace 100 años trabaja la cosmética de manera integrativa tanto para el ser humano como para la naturaleza, con ingredientes de origen 100% natural. “Para asegurar al consumidor esta premisa, poseemos la certificación de cosmética europea NaTrue, que avala nuestros ingredientes y nuestro posicionamiento”, describe Paula Orozco, marketing manager de Weleda Argentina. Entre sus productos resaltan con éxito el aceite de abedul, el sérum reafirmante de granada y la crema protectora de caléndula, especialmente utilizada para la piel delicada del bebé. La línea Skin Food, sumamente nutritiva y de plantas medicinales, es otro éxito, incluso consumido por famosas como Julia Roberts, Rihanna y Victoria Beckham.
Consultados sobre por qué creen que este despertar se da ahora (cuando hace un siglo que como compañía bregan por esto), apuntan que cada vez hay más conciencia sobre el valor de la naturaleza, nuestra relación con ella y cómo interviene en nuestra salud. “Además, los consumidores están educándose sobre ingredientes que sean sanos y nobles con su cuerpo, sea de alimentos o de cosmética. El consumidor de Weleda se preocupa de leer el packaging. Valora no solo el producto y sus beneficios integrales y holísticos sino también cómo operan las prácticas de la empresa”, cuenta Orozco.
Moda vegana
La moda es otra de las industrias que ha tomado nota de este movimiento. Dado su enorme poder de contaminación, tiene sentido que comience a buscar la forma de atenuar su responsabilidad.
Hace más de 20 años, Stella McCartney, vegana ella misma, fue la primera marca de moda de lujo que se negó desde el inicio a usar cuero, plumas o piel. Y en ese camino acaba de desarrollar el primer cuero vegano confeccionado sobre la base de hongos. Llamado Mylo, está hecho de micelio, el conjunto de hifas que forman la parte vegetativa de un hongo, y es sumamente suave y duradero. Y a diferencia de lo que hoy conocemos como ecocuero, hecho de materiales sintéticos que siguen siendo residuos y tardan mucho en biodegradarse, no está basado en petróleo. Este cuero vegano se produce en el laboratorio y ha dado a luz a su primera cartera, ya a la venta en edición limitada.
En una línea similar, Gucci lanzó en 2021 unas zapatillas veganas realizadas con un material innovador llamado Demetra, que resulta de un 80% de madera en polvo reciclado de los restos vegetales de las plantaciones, y un 20% restante de poliuretanos biodegradables y reciclados. Una vez obtenido el material, se somete a un proceso de curtido vegetal para darle mayor flexibilidad y suavidad. Esta apuesta se puso a prueba en tres modelos de estilo bien deportivo.
En Argentina, Get Wild! es una de las marcas que trabajan en este camino. Nacido en 2016 a manos de dos amigas que trabajaban juntas en una multinacional y sintieron el deseo de dedicarse a un propósito más sustentable, este emprendimiento propone indumentaria 100% de bambú con mínimo impacto ambiental. “El bambú es la planta de más rápido crecimiento del mundo, y es, por lo tanto, un recurso ecológico y sostenible. Crece en terrenos marginales sin requerir tierra fértil, agrotóxicos ni pesticidas, y el proceso de convertir la fibra en celulosa es el menos contaminante de todos”, explican las socias Gabriela Rivero y Agostina Trovato. Además, con este material las prendas son hipoalergénicas, antibacterianas, con protección UV y capacidad de absorber cuatro veces más transpiración que una de algodón.
Vrote es otro caso local con gran aceptación. Nació combinando el “slow fashion” con una moda artesanal, ética, sustentable y libre de explotación y crueldad animal. Su fuerte son las carteras, bolsos, zapatos, zapatillas y billeteras, aunque también ofrecen objetos de deco como velas, cuadros y almohadones.
Una casa amigable
Finalmente, la casa que habitamos también va encontrando la forma de insertarse de modo más amigable en el entorno. Según la diseñadora Sarah Barnard, el diseño interior vegano busca crear ambientes felices y saludables que respeten tanto la vida de las personas como de los animales. Pero mientras un diseño vegetariano puede tolerar productos como lana o cera de abeja en tanto los animales no hayan sido dañados en el proceso de obtenerlos, el vegano prefiere los reemplazos.
Por eso, tal cual la moda, se trabaja sobre todo en sustituir el cuero mediante experimentación con hongos, algas y cáscaras y descartes de frutas. También se utilizan pigmentos naturales para teñir productos: la compañía neoyorquina de ropa de cama Buffy utiliza tintas hechas de plantas, especias y frutas para colorear sus sábanas hechas de pulpa de eucaliptos. Asimismo, productos como la semilla del cáñamo, el bambú, el lino, el corcho, el algodón o el yute son especialmente preciados como reemplazos de otros más tradicionales.
En Ukelele, un fabricante de muebles “para chicos no tan chicos”, lo vital es mantener un compromiso sustentable, y todo es hecho con materiales 100% naturales. Con entelado en gasa de algodón y madera de araucaria trabajada sin solventes, ofrecen camas, escritorios, cajoneras, bibliotecas, mesas de luz y cómodas, entre otros usos y productos. Parte de Talleres Sustentables, están certificados como empresa B y equilibran su impacto económico con un propósito social y ambiental positivo.
Para la piel, para el cuerpo, para la casa: hay alternativas ecológicas y amigables con el planeta para todo ámbito en el que nos movamos. Empezar a aprovecharlas es una buena forma de aportar un granito de arena a una causa que nos involucra a todos.
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