Importan los sabores, pero mucho más importa el concepto. En tiempos en los que el público está cada vez más ávido de novedades gastronómicas, no alcanza con seducir con buena cocina. El gran diferencial hoy pasa por las experiencias, que impactan, quedan en el recuerdo -y además se pueden compartir en redes-. Desde un restaurante dentro de una cueva a una combi que realiza un tour por pizzerías, la escena gastro está más viva y creativa que nunca.
Manos a la obra
Para los amantes del sushi, Fabric acaba de lanzar una propuesta que los convierte en protagonistas: en lugar de pedir un delivery tradicional, proponen recibir un kit para armar cuatro hand rolls. Llamado Handororu, es una “bento box” (o caja para viandas japonesa) que dentro contiene, además de las instrucciones, láminas de algas y cajas con trucha fileteada, langostinos, arroz, pepino y toppings como ciboulette, sésamo y ralladura de lima.
“El objetivo es innovar con un producto de moda, como es el sushi en formato hand roll, generando interacción con el cliente y sumando un producto sabroso”, relatan desde la marca. Es posible pedir esta experiencia tanto a casa como probarla en Ronda, el nuevo espacio gastrómico de Dot Baires Shopping, donde Fabric cuenta con una barra especial para esta actividad.
En plan de usar las manos, Antro es otro espacio sumamente innovador. Ubicado en Villa Crespo, aquí la invitación es a sumergirse en una experiencia gastronómica inmersiva: todo sucede dentro de una propuesta arquitectónica que simula una cueva. Mientras el ingreso se da por un pasillo de piedras, el salón recibe con techos bajos, iluminación tenue y decoración con elementos que remiten a la naturaleza más agreste. De hecho, la arquitecta es además paisajista.
Y a tono con tiempos ancestrales, cada uno de los 15 pasos del menú estilo fusión nikkei y omakase está diseñado para ser disfrutado sin cubiertos. Desde pulpos confitados en aceite de oliva hasta nigiris y cortes de sashimi con pesca del día, cada plato apunta a una comunión sensorial, ya que el ambiente entero, música tribal incluida, acompaña a sentirse dentro de la tierra. “La gente se entrega mucho a la experiencia, porque permite desconectarse de la realidad y los problemas diarios mientras se estimulan todos los sentidos”, detalla Juan Pedro Pascucci, uno de los responsables de la experiencia.
La cocina como viaje
El concepto de “inmersivo” es un punto que pisa fuerte en las experiencias gastronómicas. Así lo demuestra Frenessí, que desembarcó en Buenos Aires replicando una muy exitosa experiencia en Colombia. Se trata de entregarse por tres horas a un universo que combina inteligencia artificial, teatro y comida. Sus creadores se plantearon cómo serían las cenas del futuro (más específicamente, del 2050), y comenzaron a trabajar sobre distintos elementos para obtener “el sabor perfecto”. Así, cada bocado del menú tiene un sabor umami (uno de los básicos junto a dulce, amargo, ácido y salado), porque los chefs estudiaron diferentes productos para entender su versatilidad y poder modificarlos, al tiempo que crearon mezclas y texturas.
El viaje al que invitan lleva desde la Patagonia a la selva misionera, del cielo al fondo del mar y del espacio a la playa, entre otros escenarios. Todo sucede en un salón con una mesa para 16 personas y mediante proyecciones en las paredes que logran sumergir al comensal en 12 mundos diferentes. “Durante el recorrido se siente frío y calor, se pasa de la noche al día y de un lugar a otro a través de juegos de imágenes, luces, sonido, aromas, temperatura y vibración”, detallan.
Mucho más tradicional y familiar, Buenos Aires Pizza Tour (@buepizzatour) invita a otro tipo de viaje. Se trata de recorrer en una noche tres pizzerías clásicas de la ciudad a bordo de una combi de aires vintage. Creado luego de una charla inspiradora con amigos, este emprendimiento se ha vuelto un hit de la noche porteña, ideal para festejar cumpleaños u organizar salidas diferentes.
El itinerario contempla cuatro recorridos distintos. La zona 1 es la de Microcentro, parando en El Cuartito, Guerrín y Las Cuartetas. La 2 ronda Villa Ortúzar, Chacarita y Villa Crespo, con La Mezzeta, El Imperio y Angelín. La 3 es en La Boca, Barracas y San Telmo, donde están Pirilo, Banchero y Los Campeones. Y la 4 abarca Mataderos, Devoto y Montecastro, con los locales El Cedrón, El Fortín y Pizzería José. En todos los casos, la pizza se come dentro de la combi, donde también hay lugar para juegos y karaoke. “Todos tienen la posibilidad de ir a estos lugares por su cuenta, pero el hecho de estar en la combi disfrutando con amigos va mucho más allá de buscar un sabor”, apunta Ariel Santillán, creador.
Impactar al cliente
Las ganas de sorprender son una constante en la gastronomía. No en vano el concepto de “foodie”, como se denomina a los conocedores gourmet, está cada vez más extendido. Esa búsqueda también alcanza a los desarrolladores. “El pedido más recurrente que nos llega es sorprender en lugares inesperados o con elementos fuera de contexto que se inserten orgánicamente en el espacio”, describen desde el estudio de diseño Reina del Plata.
En su caso, lo practicaron en aperturas como la de pâtisserie Amayta, en Recoleta, donde transformaron una columna estructural que interrumpía la circulación en un faro luminoso que recupera el concepto de viaje, destino y oficio de los inmigrantes que llegaron al país. También en el restaurante vasco Iñaki, en La Recova, donde plantearon un espacio de arte en el jardín de invierno como tributo al Guernica de Picasso.
Sobre si los usos de los lugares están cambiando a partir de las costumbres de los clientes, creen que es un encuentro a mitad de camino, porque los locales proponen y los comensales deciden si lo adoptan o no. Señalan el “mapa de bares con sillas cómodas” que surgió hace un tiempo como un buen ejemplo de contestación a las banquetas de madera sin respaldo que venían proponiendo tantos restaurantes. “Tratamos de trabajar desde un concepto propio para cada local, considerando la propuesta gastronómica y los atributos del espacio”, detallan. Así nació, por ejemplo, Bandada, una cafetería que se creó sobre el terreno de un antiguo vivero a cielo abierto, del cual aprovecharon su largo pasillo como deriva del tránsito urbano. O como Córcega, una cafetería de especialidad en Caballito donde la superficie limitada se resolvió con una isla y una barra que simula el arribo a las costas de esta isla francesa.
En casa
Y hasta dentro del hogar pueden experimentarse las novedades gastronómicas. Es que incluso los productos más clásicos están viviendo una reinvención para seguir seduciendo. Por ejemplo, Acetaia Millán acaba de lanzar el mercado tres nuevos estilos de acetos balsámicos reducidos: picante, italiano y ahumado, que cambian por completo la forma en que se consumía este ingrediente tradicional de las ensaladas. Oriundas de Mendoza, estas versiones proponen potenciar la gastronomía manteniendo una gran calidad de materia prima (de hecho, esta compañía es la única del país y el continente que está certificada por el Consorcio del Aceto de Módena). Mientras el picante fue macerado en ajíes frescos entre 6 y 12 meses, el estilo italiano fue creado a base de mosto concentrado de uva Ugni Blanc y vinagre de vino añejados más de un año en barricas de roble francés americano. En tanto el ahumado combina el aceto clásico de la marca con el humo natural extraído del tostado de duelas de roble.
Y hasta los chicos pueden sorprenderse con la renovación gourmet: el más que clásico Nesquik acaba de lanzar su edición limitada sabor Cookies & Cream, una creación nacional que solo estará disponible en Argentina. Con sabor a galletitas -que intensifica el clásico gusto de la chocolatada-, el producto promete convertirse en el favorito de muchos y ser un puntapié para que incluso las más nuevas generaciones estén atentas a la vibrante escena gourmet.
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