“Declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas provincias romper los violentos vínculos que la ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojadas, e investirse de una nación libre e independiente del Rey Fernando VII sus sucesores y metrópoli”. Así lo expresaba el Acta de Independencia de las Provincias Unidas en Sud – América, aquel 9 de julio de 1816 en la ciudad de San Miguel de Tucumán. Este emblemático escrito que hoy se conoce como Proclama de independencia, no es sólo un símbolo de emancipación, sino también de inclusión y reconocimiento a todas aquellas poblaciones aborígenes y originarias que ayudaron a gestar lo que actualmente se conoce como un país libre.
El quechua fue uno de los idiomas en los que se tradujo el Acta de Independencia con el fin de hacer llegar información respecto a los hechos que se llevaban a cabo a toda la ciudadanía. Para Ricardo Neme, historiador y docente de la Universidad de Buenos Aires y a su vez estudiante de la Tecnicatura en Educación Intercultural Bilingüe con mención en lengua quichua en la Universidad Nacional de Santiago del Estero, no existe razón para no incluirlos. “No había voluntad de negarlos, aunque claramente existían jerarquías, en esa escala, eran ellos, la mayoría del tiempo, los que estaban al frente en las batallas o quienes hacían los trabajos más duros y por esto se entendía que formaban parte del proceso” declaró.
En Argentina, según el Mapa de pueblos originarios realizado por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) se tienen identificadas 1653 Comunidades Indígenas, entre las cuales 1456 han registrado su personería jurídica en el ámbito del Registro Nacional de Comunidades Indígenas. La comunidad quechua por su parte, se encuentra ubicada al norte del país en la frontera con Bolivia, el cual, junto con Perú, fueron las naciones encargadas a través de las migraciones durante el siglo XIX, de impactar en territorio argentino con esta lengua, alcanzando incluso características propias. Sin embargo, un caso muy particular es el del Quichua Santiagueño, una variante del quechua, que según registros arqueológicos ya estaba presente en esa zona del país desde antes de la conquista.
“Actualmente y producto de las migraciones a las grandes ciudades como, Córdoba, Rosario y Buenos Aires, existe aparentemente la misma cantidad de hablantes de quichua en Santiago del Estero, aproximadamente 150.000, como fuera de la provincia, donde la gran mayoría se encuentra en el ámbito del AMBA” expresó Neme al referirse a la evolución del idioma. Por su parte, Mayra Juanatey, investigadora del quichua santiagueño en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y docente del quichua en el laboratorio de idiomas de la UBA, destaca que esta lengua está cada vez más viva.
“Los alumnos que van a las clases de quichua aumentaron radicalmente, el número incrementó muchísimo durante el año de pandemia por temas de la virtualidad. Hoy en día tenemos muchos más alumnos, gente del interior del país que se anota a los cursos porque son virtuales, gente del exterior también, y el perfil de estos alumnos es que muchos de ellos son hijos o nietos de hablantes que dejaron de transmitir sus lenguas y estos quieren recuperarla” manifestó Juanatey. Sin duda, la barrera del idioma quechua quedó atrás, a través de distintas plataformas se pueden contabilizar más de 10 cursos online a nivel nacional con la finalidad de rescatar y revalorizar una de las más grandes leguas maternas del país.
La también docente de la UBA, define este idioma madre como una herramienta para expresar la identidad personal y los sentimientos más íntimos, de allí radica la importancia de respaldar políticas estatales, educativas y sociales que favorezcan y garanticen que estos hablantes puedan comunicarse en su idioma. Por esto, conforme al artículo 75 inciso 17 de la Constitución Nacional, la Educación Intercultural Bilingüe es la modalidad del sistema educativo para los niveles iniciales, primaria y secundaria que certifique el derecho constitucional de los pueblos indígenas, a recibir una educación que contribuya a preservar y reforzar sus modelos culturales, su lengua, su cosmovisión e identidad étnica, así como desempeñarse activamente en un mundo multicultural y mejorar su calidad de vida.
Actualmente a nivel mundial se pueden contabilizar aproximadamente entre 8 a 10 millones de hablantes quechua, según lo informó Ricardo Neme, cada uno de ellos es una representación y motivo para incentivar de forma individual la pluralidad de lenguas, la historia de gran parte de los países suramericanos y fomentar su uso para conocer a profundidad el pasado nacional. La historia de independencia que culmina 10 días después con la frase "...y toda otra dominación extranjera" en una sesión secreta, fue el inicio para construir una nación independiente, pero a su vez sentada sobre las bases de todos aquellos que sacrificaron su cultura e idiomas que, aunque hoy parecen casi perdidos, muchos de sus descendientes luchan por aprender y preservar.
Lenguas. También hay ocho provincias argentinas que aún conservan pueblos que practican los idiomas en los que se tradujo el acta fundacional firmada por los integrantes del Congreso Nacional, el 9 de julio de 1816, en Tucumán. Se trata de Jujuy, Salta, Santiago del Estero, Corrientes, Formosa, Entre Ríos, Misiones y Buenos Aires en dónde se puede encontrar comunidades que practican activamente los idiomas quechua, aymara y guaraní.
Según Felipe Pigna, en El Historiador, a las 1500 copias impresas en castellano, se sumaron otros 1500 ejemplares en cada una de las lenguas indígenas mencionadas, que se distribuyeron en carreta y a caballo.
Un detalle a tener en cuenta para entender esta decisión del Congreso de Tucumán lo marca el docente Manuel Armas, presidente del Colegio de Profesores de Historia de Jujuy. “No se declara la independencia de las provincias unidas del Río de la Plata, si no de las provincias unidas de Sudamérica. Es lo que dice el acta”, subraya.
La intención era que la territorialidad, los límites, fueran los del antiguo Virreynato del Río de la Plata, que llegaba hasta el Perú, explicó el historiador.
Incluso, la preeminencia de los pueblos nativos se cuela en las discusiones que habían iniciado en marzo los integrantes del Congreso de Tucumán, cuando se debatía el rumbo que iba a tomar el nuevo gobierno. Allí las variantes oscilaban entre una república o una monarquía atemperada cuyo monarca debía surgir de los pueblos nativos. Esta última opción había sido impulsada nada menos que por Manuel Belgrano, aunque luego no prosperó, señala Pigna.
Con ese antecedente, una vez declarada la independencia, se distribuyeron las actas en las lenguas quechua, aymara y guaraní.
El norte pero también Buenos Aires, los sitios dónde viven las lenguas nativas. Según un mapa elaborado por el Centro Universitario de Idiomas, las tres lenguas que aparecieron en la fundación del país aún sobreviven y se hablan en forma activa.
De acuerdo al trabajo, que formó parte del Congreso Nacional de Lenguas Indigenas realizado en 2019, en Jujuy, Salta, Santiago del Estero, Corrientes, Formosa, Entre Ríos, Misiones y Buenos Aires, se pueden escuchar variantes de los tres idiomas.
En el caso de las provincias del noroeste y el litoral, su cercanía con los pueblos que los practicaban históricamente es lo que sostiene la vigencia de los idiomas. En Buenos Aires, en tanto, son los movimientos migratorios.
La docente Magalí Gingins, del Centro Universitario de Idiomas (CUI) destaca incluso que patriotas como Cornelio Saveedra, José Castelli y Bernardo de Monteagudo, hablaban quechua, idioma que habían aprendido al formarse en la universidad de Chuquisaca (actualmente Sucre, Bolivia). “El papel de esas culturas en aquel momento fue fundamental”, destaca Suyana, tal su nombre en quechua.
La docente agrega que en territorio bonaerense se puede encontrar una presencia fuerte de comunidades bolivianas y peruanas en Escobar, Villa Celina o La Plata, dónde el quechua y el aymara se practica activamente.
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires incluso, los barrios de Once o Flores, son ejemplos en dónde la metrópoli mantiene vivos los idiomas en los que se tradujo el primer documento que dio origen la nación argentina.
“En la actualidad todavía se habla una variante de quechua en pueblos de Santiago del Estero, también en Jujuy en la zona de la puna, al igual que el aymara, sobre todo en la frontera con Bolivia. Lo mismo ocurre en Salta. De igual forma en el litoral, en todo lo que es el límite con Paraguay”, agrega finalmente el profesor Armas.
*Coromoto Torres y Luis Cáceres son alumnos de la Escuela de Comunicación de Perfil.
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