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CULTURA | 18-10-2021 14:29

Los mejores cuentos sobre el peronismo

Una antología de relatos de grandes autores expone un collage de miradas diversas, sobre el movimiento más influyente de la política argentina.

El peronismo, hecho histórico sobresaliente en el mapa político del siglo XX, atraviesa toda la cultura argentina desde la década del '50 hasta la actualidad. En la literatura, especialmente, muchos de los textos más importantes de nuestra tradición escrita, giran alrededor del General Perón y el movimiento que lideró. Algunos fueron creados por autores militantes; otros, por quienes leyeron al peronismo como tragedia y la mayoría, por testigos afectados, de una u otra manera, por el impacto social de su influencia.

“Si realmente el peronismo es 'el hecho maldito del país burgués', me atrevo a afirmar que su irrupción en la política puede considerarse un hecho bendito para la cultura nacional. (…) Bajo su sombra imponente se escribieron algunos de los mejores cuentos de la literatura argentina”, dice Reynaldo Sietecase en el prólogo a “Perón vuelve. Cuentos sobre peronismo”, una antología que acaba de llegar a las librerías y reúne relatos ya clásicos sobre el movimiento, con narraciones escritas en tiempos recientes.

Sergio Olguín

Los escritores Sergio Olguín y Gabriela Franco fueron los compiladores del volumen, en el que partieron de una antología del 2000 publicada por editorial Norma, con doce relatos clásicos sobre el peronismo y les sumaron el trabajo de siete autoras, que no habían estado presentes en ese texto inicial: Eugenia Almeida, Esther Cross, Mariana Dimópulos, Inés Garland, Alejandra Laurencich, Ángela Pradelli y Ana María Shua. Ellas escribieron especialmente para esta antología historias que relatan diversos momentos y tensiones en la evolución del movimiento, desde la grieta entre peronistas y antiperonistas (Eugenia Almeida), hasta el recuerdo de Ezeiza (Mariana Dimópulos) y el impacto de la militancia en una infancia asediada por el peligro (Inés Garland).

Gabriela Franco

“Mantuvimos los relatos de Abelardo Castillo, José Pablo Feinmann, Néstor Perlongher, Ricardo Piglia, Germán Rozenmacher y Osvaldo Soriano, que estaban en la antología original y agregamos a Tomás Eloy Martínez (escritor paradigmático en relación con el peronismo) con un cuento que se dio a conocer póstumamente en 2014, incluido en 'Tinieblas para mirar' -explican Olguín y Franco.- Este conjunto de catorce cuentos, además de reunir piezas excelentes, logra recorrer más de setenta años de historia: desde el primer peronismo, hasta las elecciones de octubre de 2019, pasando por algunos hitos insoslayables, como los acontecimientos de 1955 o los episodios trágicos de Ezeiza en el '73”.

Los únicos excluidos del volumen son los autores que, más cercanos en el tiempo a los primeros gobiernos peronistas, asociaron en sus escritos al Justicialismo con una invasión hostil e incluso, apoyaron el fin del gobierno de Perón. “Son conocidos los textos que presentan al peronismo como una fuerza terrible y al acecho de las libertades individuales. Se ocuparon del 'monstruo' Jorge Luis Borges —junto a su amigo Bioy Casares—, Beatriz Guido, David Viñas y Julio Cortázar, por citar solamente a los autores más notables. En algunos casos, sin siquiera nombrarlo. Son narraciones que expresan la asfixia; no hace falta mencionar la mano que ahorca. Es la barbarie que vuelve”, explica respecto de ellos Sietecase en el prólogo.

Los temas peronistas

Cuando se les pregunta a los antólogos si “Perón vuelve” funciona como una muestra de la llamada “literatura peronista”, aclaran que los cuentos hablan del movimiento pero “no necesariamente desde una posición que podamos definir como 'peronista'”. Por el contrario, la idea del volumen fue reunir a autores que desde distintos lugares y pertenencias se metieran con los íconos del movimiento desde su diversidad, con propuestas estéticas y temporales variadas.

Algunos de los cuentos tratan situaciones de mucha actualidad, como el de Alejandra Laurencich (“Let's talk about it”) en el que la protagonista intenta explicarle a un chico inglés qué significa el peronismo. Otros se concentran en temas específicos, como la imagen del “cabecita negra” en el relato de Germán Rozenmacher (uno de los textos esenciales de la literatura argentina) y en “Boulevard Perón 1974” de Eugenia Almeida. O giran sobre episodios en la lucha contra el antiperonismo como “Los muertos de Piedra Negra” de Abelardo Castillo y “Colimba” de Tomás Eloy Martínez.

Peronismo

Otro dato que llama poderosamente la atención es la ausencia de uno de los relatos centrales en relación con el movimiento: “Esa mujer”, de Rodolfo Walsh, incluido en el volumen de cuentos del año 1965, “Los oficios terrestres”. “Nuestra intención, desde un primer momento, era incluir el cuento de Rodolfo Walsh, que ya había aparecido en la primera edición de 'Perón vuelve'. Pero nos encontramos con la negativa de los herederos. Gente de la editorial, e incluso un colega, intentaron convencer a Patricia Walsh, pero no hubo caso. No sabemos la razón por la que se negó. Lo lamentamos mucho y recomendamos la lectura de 'Esa mujer', que está disponible en varios libros y páginas web”, explican los autores de la antología.

Justamente, la recurrencia de la figura de Eva Perón a lo largo del volumen es otro dato que llama la atención. “Probablemente porque Evita es uno de los personajes históricos argentinos más atractivos, por su vida, su militancia, sus contradicciones. Por el amor y el odio que ha despertado en la gente. Por su trascendencia, que va más allá de la Argentina. Es un personaje inagotable, que seguramente va a seguir generando nuevas historias”, explican Olguín y Franco.

Con el poder que tiene la literatura de iluminar el clima de una época, estos relatos sobre el peronismo señalan mejor que mil discursos las contradicciones que aún definen el pasado y el presente de la política argentina.

El último peronista

Un relato de Osvaldo Soriano

Extracto del cuento “Gorilas” que cierra el volumen “Perón vuelve”.

“Nunca olvidaré aquellos lluviosos días de septiembre del ‘55. Aunque para mí fueron de viento y de sol porque vivíamos en el Valle de Río Negro y los odios se atemperaban por la distancia y la pesadumbre del desierto. Mandaba el General y a mí me resultaba incomprensible que alguien se opusiera a su reino de duendes protectores. Mi padre, en cambio, llevaba diez años de amargura corriendo por el país del tirano que no lo dejaba crecer. Una vez me explicó que Frondizi había tenido que huir en calzoncillos al Uruguay para salvarse de las hordas fascistas. Y se quedó mirándome a ver qué opinaba yo, que tendría nueve o diez años. A mí me parecía cómico un tipo en calzoncillos a lunares nadando por el Río de la Plata, perseguido por comanches y bucaneros con el cuchillo entre los dientes.

No nos entendíamos. Mi peronismo, que duró hasta los trece o catorce años, era una cachetada a la angustia de mi viejo, un sueño irreverente de los tiempos de Evita Capitana. Años después me iba a anotar al lado de otros perdedores, pero aquel año en que empezó la tragedia escuchaba por la radio la Marcha de la Libertad y las bravuconadas de ese miserable que se animaba a levantarse contra la autoridad del General. El tipo todavía era contraalmirante y no se sabía nada de él. Ni siquiera que había sido cortesano de Eva. Todavía no había fusilado civiles ni prohibido a la mitad del país. Era apenas un fantasma de anteojos negros que bombardeaba Puerto Belgrano y avanzaba en un triste barco de papel. Era una fragata bien sólida, pero a mí me parecía que a la mañana siguiente, harto de tanta insolencia, el General iba a hundirlo con solo arrojar una piedra al mar.

Recuerdo a mi padre quemando cigarrillos, con la cabeza inclinada sobre la radio enorme. Lo sobresaltaban los ruidos de las ondas cortas y quizás un vago temor de que alguien le leyera el pensamiento. A ratos golpeaba la pared y murmuraba: 'Cae el hijo de puta, esta vez sí que cae'”.

 

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Adriana Lorusso

Adriana Lorusso

Editora de Cultura y columnista de Radio Perfil.

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