Un señor llamado Diego Boneta se compró la noche del domingo. Si no tienen pruebas pero tampoco dudas ustedes también fueron abducidos por Luis Miguel. Quien no veía esa telenovela difícilmente tenía de qué hablar un lunes. Buenos sufrientes, malos malísimos, romance, intriga y esas canciones que sabemos todos confluían una vez por semana y si bien la calle no quedaba desierta como cuando “La Extraña Dama” convocaba a toda la familia frente al televisor, en aquel lejano 1989, el espíritu se parecía bastante. La telenovela en castellano había vuelto en su mejor forma.
La renovada fascinación por un formato tan clásico como arquetípico replantea la eterna pregunta : ¿por qué nos gustan tanto los culebrones?
Datos, no opinión. En una reciente encuesta realizada por Netflix con base en la población adulta en línea en Argentina, los espectadores no dejaron lugar a dudas. Al preguntar sobre su modo preferido de mirar dramas en pantalla, el 89% de los encuestados dijo que veían “algunos o todos los episodios en una sola sesión”. Las nuevas maneras de consumir entretenimiento crearon un público ansioso por llegar al final. En cuanto a cuál consideran la mejor parte de una telenovela , el 53% de los encuestados respondió “el misterio” en un empate técnico con “la emoción” seguidos de cerca por el “drama”. Un podio imposible de rebatir.
Hablemos de los personajes favoritos. Los argentinos encuestados le dieron el primer puesto al justiciero con el 27%, seguido muy de cerca por el villano con un 24%. Las heroínas, aparentemente, quedaron para otra conversación. El 85% de los encuestados admitió orgullosamente que ve novelas, algo que en otra época era casi un placer culposo, reservado para aquel cliché del ama de casa.
Hoy las telenovelas tienen una pregnancia cultural tan extendida que Netflix organizó “Qué Drama”, un evento virtual para anunciar sus nuevas producciones de género y unir a los fans con sus novelas favoritas. Desde que se estrenó “La Reina del Flow”, la producción no baja de los primeros puestos entre lo más visto, la nueva versión de “Café Con aroma de mujer” coronó a su protagonista William Levy como el rey del “clickbait” de todas las webs y “Pasión de Gavilanes” o “Betty, la fea” son éxitos imperecederos. La irrupción de nuevos espectadores que comparten códigos con los antiguos amantes de las novelas renuevan su fe en encontrar un mundo más justo, romántico y polarizado, donde al final siempre hay recompensa.
Si querés llorar, llorá. ¿Por qué en una sociedad en la que reinan los dispositivos, la virtualidad, el multiverso y la posverdad, las telenovelas impactan tanto? Con tantas opciones, ¿hay alguna clave que nos señale por qué las novelas siguen vigentes? Virginia Martínez guionista de “La Caída”, “Supermax” y “Edha”, entre otras ficciones, esboza esta teoría: en un universo con infinitas posiblidades, la estructura del culebrón aparece casi como un salvavidas. “Puedo aventurar alguna hipótesis, intentando imaginar qué pueden encontrar de atractivo, en ese género, las nuevas generaciones. Tengo 46 años. Cuando yo era chica, ir al kiosco suponía un ejercicio bastante sencillo: ¿Tita o Rhodesia? ¿Jack u Holanda? Y el bolsillo resolvía. Un poco más grande, ya adolescente, el mundo seguía siendo bipolar: Soda Stereo o Redondos, Beatles o Stones. Si hace falta la aclaración: Los Redondos, siempre”, asevera Virginia, quien seguramente iba al kiosco con sus padres los actores Cristina Lastra y Oscar Martínez. “El mundo de hoy es otro. Tengo un hijo que va a cumplir quince años pero el día que fuimos juntos por primera vez al kiosco pensé que me iba a dar un surmenage, de verdad, la cantidad de golosinas que había para elegir me dejó al borde de un colapso intelectual”.
Entonces, si hay tantas opciones, ¿por qué elegimos volver a formatos tan reconocibles como las telenovelas? Dice Martínez: “Es obscena la oferta ilusoria que hay; porque lo que de verdad importa elegir está clausurado, y lo innecesario, disfrazado de urgente. En el mundo de hoy, entonces, ¿qué puede volver atractivo el culebrón, para las nuevas generaciones? Varias cosas. Pero sobre todo que proporciona alivio, entretenimiento y diversión. Diversión porque el universo esquemático y homogéneo que presenta la telenovela es hoy tan inverosímil que compite con el absurdo. Entretenimiento porque la identificación con los personajes funciona de manera casi instintiva, son tan arquetípicos que la aceptación o el rechazo que generan es potente, instantánea y muy emocional. Y alivio, finalmente, porque en el culebrón hay justicia y es muy fácil elegir de qué lado estás: los malos son humillados o mueren, los buenos se salvan, los enamorados se enamoran. Sabes cómo empieza, sabes cómo termina; lo importante es lo que pasa en el medio, como en la vida”, remata Virginia.
Hay algo seguro, en las telenovelas los villanos sufrirán y no se saldrán con la suya, aunque solo las sigamos para ver las maldades de Luisito Rey, Dinora Rosales o Soraya Montenegro. El padre de Luismi, la mala enloquecida que agita “Pasión de Gavilanes” y la despreciable antagonista de “María, la del Barrio” han sido reivindicados por la cultura pop, se convirtieron en meme. Ya son inmortales.
Historias de villanas. La actriz argentina Lorena Meritano se formó en la mítica Escuela de Telenovelas de Televisa y, allí, entendió las claves de la villana perfecta con las que triunfó en México, Colombia, Venezuela, Perú y Estados Unidos. Dinora Rosales, la malísima de “Pasión de Gavilanes”, es uno de sus papeles más recordados. “Debo reconocer, con una mano en el corazón, que nunca vi una novela en mi vida”, confiesa a NOTICIAS, con su voz profunda e inconfundible. “Pero supongo que el atractivo irresistible de los culebrones radica en el cuento que se parece al de 'La Cenicienta'. Una historia de empoderamiento y superación, donde sin importar las clases sociales o los impedimentos para estar juntos, una pareja puede atravesar la adversidad para que al final generalmente gane el amor. Es como una ilusión”.
Entonces, cómo se construye ese personaje que amamos odiar y por qué motivo no podemos desprendernos de él. “Básicamente son todas historias con sus complicaciones en el medio y el amor como broche final. Y en ese desarrollo la villana es fundamental -explica Meritano, a quien le han arrancado los pelos en un supermercado o le han exigido a los gritos que dejara tranquilo al héroe de la novela en un shopping-. Si es un buen culebrón podemos leer la letra chica, el subtexto del guión en la interpretación de la actriz. Para ser una buena villana se necesita un arco muy amplio . A veces te hacés la buena, mentís, sos hipócrita. He sido loca paralítica, asesina. Y esa relación de amor odio que se desarrolla con el público es muy especial, porque una villana desata lo más bajo de las pasiones y también lo más sublime”.
por Marcela Soberano
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