¿Cómo podemos pretender que respeten nuestras ideas si nosotros no nos tenemos confianza?
¿Vos dejarías en manos de cualquiera el futuro de tu empresa? ¿Se lo darías a alguien que dude del éxito de su gestión?
La confianza en uno mismo se basa en hechos reales, en promesas cumplidas.
Por el contrario, la falta de confianza está basada en cosas que imagino que voy a hacer y no concreto.
Supongamos que digo:
- No voy a tener nunca un reporte pendiente (¿Si me llaman por algún motivo urgente a qué le voy a dar prioridad?).
- Revisaré las cuentas de los clientes una vez por semana(¿Es posible?)
- Realizaré actividad física diariamente (¿Aunque llueva lo voy a cumplir? ¿Y si surge una salida o vienen visitas?)
¡Pero recordemos que sólo soy confiable si cumplo la totalidad de las promesas! No me van a evaluar por la cantidad de promesas que haga, sino por las que cumpla.
Reemplacemos las oraciones por éstas que son más alcanzables:
a) Llevaré los reportes con un máximo de 3 días de demora.
b) Revisaré las cuentas mensualmente.
c) Realizaré actividad física 2 veces por semana.
Seamos cautelosos con lo que prometemos. Si puedo superar los objetivos bienvenido sea.
Otro aspecto a tener en cuenta es el tiempo. Tiene que haber un equilibrio entre tu posibilidad y los plazos que resulten útiles para la empresa.
Como decía mi mamá: nada más viejo que un diario viejo. No sirve que digamos a fin de año por qué la empresa no resultó competitiva. Tenemos que estar atentos e ir modificando sobre la marcha.
Por otro lado, la opinión que tenemos sobre nuestro futuro incide en nuestro estado de ánimo; y desde ahí vamos a ver la realidad.
Entonces, ¿cómo podemos revertir los pensamientos negativos? Busquemos otra manera de ver la situación. No tengamos tantas certezas:
¿Esa persona me miró mal a mí o estaba en un mal día?
¿No soy capaz, o primero tendría que capacitarme?
¿Siempre me dan el peor lugar o algunas veces tengo mejores ubicaciones?
¿Nunca me escuchan o tendría que buscar el momento para hablar?
¿Creo que merezco alcanzar lo que busco?
Si me siento un perdedor ya tengo la batalla perdida.
¡Muchas veces somos nuestro peor enemigo!
Investiguemos en qué sobresalimos y qué podemos ofrecer.
Reconozcamos nuestras fortalezas y estemos atentos a la oportunidad de desplegar todas nuestras habilidades y brillar.
¿Qué es lo que me hace único?
¿Por qué a la empresa le conviene que yo forme parte del equipo?
Te propongo un ejercicio:
Anotá en una columna doce virtudes que creés tener (fortalezas) y en otra doce aspectos de tu personalidad que te gustaría mejorar (debilidades).
De cada listado elegí tres. Durante esta semana apoyate en esas habilidades y enfocate en cómo mejorar esas otras tres características.
Cada semana reemplazalos y trabajá con otros.
¡Éxitos!
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por CEDOC
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