Hace tiempo brindas seminarios escolares enfatizando la necesidad de que la educación dé un giro de 360 grados. ¿Qué consecuencias tendría si esto no ocurre en el corto plazo?
“Es un problema que arrastramos desde hace décadas. Cuanto más lo posterguemos, mayor será el costo en recursos y tiempo para revertir la situación. Una educación desactualizada no solo afecta a los estudiantes, sino que limita el futuro del país en términos de desarrollo y competitividad global. Esto genera más jóvenes sin rumbo, desmotivados y con dificultades para tomar decisiones consistentes o alcanzar metas a largo plazo.”
¿Cuáles son los desafíos de cara al futuro y por dónde comenzar?
“En mi opinión, y de acuerdo con estudios recientes basados en neurociencia y fenomenología social, es fundamental trabajar en el bienestar emocional y mejorar el estado de ánimo de las personas. Aumentar los niveles de felicidad y optimismo en la ciudadanía es un motor clave para impulsar transformaciones profundas y fomentar el progreso.
Esto no es nuevo. Aristóteles, hace más de 2,400 años, afirmó que ‘el propósito mayor de la polis es aspirar a la felicidad de sus ciudadanos.’ Hoy, contamos con investigaciones sólidas que confirman esta visión. La felicidad y su impacto son medibles: existen índices, programas y estudios que demuestran que se puede cultivar y atribuirse a un conjunto de valores e iniciativas concretas que pueden promoverse desde las instituciones, escuelas o programas gubernamentales.
Numerosos estudios demuestran que las personas felices y optimistas viven más, enferman menos, son más productivas y actúan como motores claves en el desarrollo económico, hacen ahorrar miles de millones a un gobierno.
Por eso resulta alarmante la situación en Argentina como en tanto otros países. Según el último Informe Mundial sobre la Felicidad, hay un incremento alarmante en el pesimismo, depresión y suicidio entre jóvenes y adolescentes. Y esto nos lleva a una pregunta inevitable: ¿qué futuro nos espera cuando la desesperanza está consumiendo a nuestras nuevas generaciones?
Por esta razón es crucial alimentar el optimismo, la actitud positiva y entrenar a los jóvenes en el desarrollo de sus virtudes, talentos, fortalezas emocionales y mindset.
Ante una dificultad, una persona o un país tienen dos opciones: rendirse y aceptar la derrota o innovar y triunfar.
Además mejorar el estado de ánimo promueve la resiliencia, fomenta la adaptación al cambio y aumenta la motivación para aprender y proponer soluciones innovadoras frente a los desafíos.
Asimismo las personas optimistas están más abiertos a adquirir nuevos conocimientos y habilidades siendo más receptivas a la aceptación de nuevas perspectivas y comportamientos lo cual favorece el cambio cultural de una nación. : tres pilares esenciales para adaptarse a los tiempos actuales.”
¿Cómo definirías la felicidad?
“Podríamos decir que existen dos tipos de felicidad:
La personal, que es una ciencia en sí misma y la de la sociedad como unidad, que puede ser promovida a través de las instituciones y espacios públicos.
La felicidad social está vinculada a condiciones básicas como el acceso a una vivienda digna e infraestructura que garantice un estilo de vida cómodo, servicios de salud eficientes, oportunidades laborales y una educación que prepare a las personas para el futuro. También incluye el equilibrio entre la vida laboral y personal, y la creación de un entorno en el que las personas puedan hacer realidad sus sueños y aspiraciones por sí mismas.
Por ello, es fundamental generar contextos. Propiciar entornos que permitan el desarrollo personal y colectivo, en lugar de intentar controlarlo. Debemos capacitar a las personas, no pretender tener poder sobre ellas.
Los desafíos son, en realidad, nuestra oportunidad para crear soluciones nuevas, pensar de un modo diferente e incrementar el conocimiento y la experiencia.
Aun mucho está por escribirse y que hagamos hoy definirá lo que seremos capaces de construir para las próximas generaciones.”
Contacto: IG: luisa_andreoli
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