Tuesday 16 de December, 2025

ESPACIO NO EDITORIAL | 26-11-2025 08:15

Habitar los cambios: cuando el cuerpo abre una nueva etapa

Los cambios físicos no llegan solos: arrastran transformación emocional, redefinen vínculos y nos invitan a mirarnos con honestidad. Esta etapa no marca un final, sino el comienzo de una versión consciente y verdadera de nosotros mismos.

Hay momentos en la vida en los que el cuerpo empieza a hablar más fuerte que nunca, algo está cambiando. Y aunque solemos pensar en los cambios corporales como un proceso biológico, la verdad es que tocan fibras más profundas: invitan a revisar quiénes fuimos, quiénes somos ahora y quiénes estamos empezando a ser.

Un día notamos que la energía ya no es la misma, que la sensibilidad del cuerpo varía, que la manera de vincularnos cambia. No es un quiebre, es una transición. Una etapa donde el cuerpo recupera protagonismo, pero no desde la juventud, sino desde la conciencia.

La nostalgia suele aparecer, como una sombra, cuando en realidad es una señal. Trae el recuerdo de quiénes fuimos hace quince o veinte años atrás: espontáneos, intensos, impulsivos, con otros deseos, otro ritmo, otra presencia en el mundo. Y aunque haya algo de melancolía en ese recuerdo, también hay una certeza nueva: hoy habitamos la vida desde un lugar diferente, honesto. La mirada madura no reemplaza a la mirada joven; la integra.

Habitar los cambios: cuando el cuerpo abre una nueva etapa

La transformación no es solo física. Se evidencia en cómo pensamos, sentimos y nos vinculamos. Lo que antes buscábamos afuera —validación, aprobación, intensidad— hoy se enciende desde adentro. Cambia la forma de amar, de trabajar, de crear y hasta de descansar. Cambian las necesidades, las prioridades, cambia la idea que tenemos de nosotros mismos.

También se redefine la diversión. Lo que antes era salir, correr, buscar estímulos, hoy puede transformarse en calma, introspección, conversaciones auténticas, encuentros que nutren. Y aunque a veces nos preguntemos si esto significa “hacernos mayores”, la respuesta es más simple: es estar, por fin, en sintonía con nosotros mismos.

Los cambios emocionales no llegan para cerrar una etapa, sino para abrir otra. Nos vuelven sensibles, reflexivos, selectivos. Nos enseñan que el cuerpo no pierde valor con el tiempo: lo resignifica. Y nos invitan a tratarnos con una amabilidad que de jóvenes ni imaginábamos.

Habitar esta etapa es aprender a convivir con lo que se va y también con lo que llega. Agradecer sin aferrarse. Mirar lo nuevo sin miedo. Reconocer que cada fase de la vida trae un regalo distinto: antes era la fuerza; ahora es la claridad.

No se trata de querer sostener la juventud. Se trata de sostenernos a nosotros mismos, completos, auténticos, presentes. El verdadero cambio no está en el cuerpo: está en la manera en que empezamos a redescubrirnos.Y muchas veces nos sorprende descubrir que la versión que somos hoy es incluso mejor de lo que nuestra versión joven podía imaginar.

¿Quién estás empezando a ser hoy, que tu versión jóven nunca habría creído posible?

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Fotos: @arielgomezphoto

 

 

por CONTENT NOTICIAS

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