Wednesday 11 de December, 2024

POLíTICA | 11-05-2017 17:36

Macri sobre Franco: "Papá tiene un proceso de demencia en avance"

El pensamiento íntimo del presidente sobre su padre, contado por Laura Di Marco en su libro "Macri".

—Hablando de Franco, ¿es cierto que, cuando estallaron los Panamá Papers, su padre se negó a entregarle la documentación de las empresas offshore para que usted pudiera explicar su participación en ellas y que, por esa razón, lo tuvo que enfrentar en la Justicia?

—No, más o menos. Papá está en un momento del día que no… Tiene 86 años y por momentos se le va a la mierda la cabeza. Es complicado porque sigue siendo Franco Macri. Ayer hablaba con otro hijo de empresario prominente, y me empezó a decir estas cosas. “Me está pasando lo mismo, mi viejo está destrozando todo, pero nadie lo puede parar”. ¡Y claro! Por eso, los reyes destruyeron todo. Llega un tiempo que se ponen gagá pero, como era rey, nadie lo podía parar. Esto pasa mucho en las empresas familiares…

—Un hombre poderoso que, de repente, entra en un proceso de deterioro cognitivo, dice usted.

—Así es. Papá tiene un proceso de demencia en avance y, cuando amanece, tiene un par de horas de extrema lucidez y después te empieza a repetir las cosas… Te hace historias y relatos raros, y vos decís: “Papá, eso nunca sucedió”. Y te lo discute y te repite. Entonces llega un momento que decís: “Papá, por favor”. Encima, siendo al que más torturó, soy el que más bola le doy. Mis otros hermanos ya ni le atienden el teléfono. Entonces, encima yo me tengo que hacer cargo de asumir…

—¿Lo llama durante el día?

—Me llama, me manda cartas y me cae en la quinta. ¡Es una pesadilla!

—¿Pero es verdad que no le quiso dar los papeles de las offshore?

—Es que, para que él pudiera participar, jurídicamente tenía que haber una mediación: porque, finalmente, todas las cosas que pide el fiscal Delgado son de él. Entonces yo estoy en una posición en la que tengo que lograr que papá las conteste; tengo que traerlo a papá en la causa, porque son todas sociedades de él, yo no tengo nada que ver. Delgado hasta pidió los papeles de los divorcios míos y de mis hermanos. Están buscando obviamente equipararme con Cristina Kirchner, de alguna manera. Y yo tengo los mismos activos que tenía hace diez años. Como dice [Carlos] Pagni, soy el único político que se va empobreciendo con la función pública…

—¿Y cuánto de esa necesidad de diferenciarse de su papá hizo que usted esté hoy aquí?

Macri respira profundo. Parece recordar. Entonces entra en escena la voluptuosa Isabel Menditeguy, su segunda esposa, a quien muchos en Cambiemos llaman “Ivana Trump”, en alusión a la ex mujer del presidente norteamericano.

—Lo que nos ha sucedido está especialmente marcado por nuestros padres. Podría decirte que yo he luchado por tener mi propio espacio. Pero claramente, en especial a partir de la llegada de Isabel a mi vida, ella empezó a marcarme que no podía tener semejante simbiosis con mi padre. Ella fue quien me hizo ver que yo debía tener espacios propios y tenía que obligarlo que él tuviera los suyos. Porque también mi padre vivía a través de mí. En mis primeros años con Isabel, él quería que siempre veraneáramos juntos. Que pasáramos el fin de semana juntos en la quinta que aún compartimos. Siempre fue un hombre muy absorbente. Isabel me ayudó a entender, y después me ayudó a tomar una distancia. Y cuando empecé a tener autonomía, empezaron los choques. Separarme de mi viejo yéndome de la empresa familiar fue la decisión más difícil que tomé en mi vida. Pero fue un paso muy importante.

El día de su asunción, después de bailar una canción de Gilda, Macri alcanzó a ver desde el balcón de la Rosada, desde donde saludaba a la gente junto con Gabriela Michetti, a un lloroso Franco Macri. Le parecía un sueño. La cara de su padre se recortaba ante sus ojos, iluminada por el sol de diciembre. El patriarca lo miraba a la distancia, algo incrédulo, desde abajo y como en desventaja, después de haberle dado un abrazo que, tal como el Presidente interpretará meses más tarde, borrará de “un plumazo toda su militancia camporista”.

“Miralo a papá”, le susurró, entonces, a Michetti. “A lo mejor ahora, por fin, está orgulloso”.

Dice Macri:

—Con respecto a papá, el abrazo ese que me dio cuando asumí fue más importante que lo que me dijo, ¿no? Pero, mientras me abrazaba, me decía al oído que iba a ser un gran presidente. Es gracioso porque, en un segundo, desapareció toda su militancia camporista. Todas esas pavadas que fue diciendo, que en verdad las decía esa otra mitad de él, que no conecta bien. Porque, ¿sabés qué pasa? Todas esas cosas que dijo durante el kirchnerismo, como que Kirchner fue el mejor presidente de la Argentina, realmente no las pensaba: es como que se le disparan… Papá nunca se psicoanalizó, por eso no sabe que tiene otro adentro suyo. Por eso, creo que hay una parte de él que lo disfruta con una felicidad gigantesca.

Fragmento del libro “M”, de Laura Di Marco, editado por Sudamericana.

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por Laura Di Marco

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