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OPINIóN | 28-07-2020 15:55

Éramos pocos y volvió Lilita Carrió (más mística que nunca)

El regreso anticipado de la dirigente que se retiró hace solo cuatro meses. Y los orígenes de su costado religioso.

El retiro de la política de Elisa Carrió duró apenas un suspiro. El 27 de febrero pisó por última vez el recinto de la Cámara de Diputados y desde entonces se recluyó en su casa del partido de  Exaltación de la Cruz, nombre apropiado para ella si los hay. Pero solo cuatro meses después ya da señales de que está de regreso. No solo por sus críticas a propios y extraños (a Rodríguez Larreta lo condenó por su acercamiento al Gobierno y a Kicillof lo trató de mentiroso, sin aclarar las razones), sino porque en paralelo también volvieron sus expresiones místicas. Lo último de ese rubro que tuiteó Lilita, bajo el título “El templo es el mundo”, fue un manifiesto contra las Iglesias que se mantienen cerradas por la pandemia: “Si la sagrada comunión no puede darse en los templos debe darse en las calles porque Jesús es el que sana y cura”, escribió. Y cerró con un comentadísimo: “El Santísimo está secuestrado”.

Las redes sociales que extrañaban sus excesos religiosos se hicieron un festín. Y otra vez se habló durante días de su psiquis tan brillante como atormentada. El Santísimo lo había logrado: éramos pocos y volvió Carrió.

¿De dónde proviene la faceta mística de una mujer que en su juventud leía a los existencialistas franceses y no creía en Dios? Pocos saben la respuesta, que hace 17 años me brindó su adivina de entonces, Andrea Pariente, en una nota para NOTICIAS.

Pariente, una ferviente católica, me dijo:

–Yo la inicié a Lilita en la lectura de la Biblia en 1998. Ella era agnóstica hasta entonces.

También me contó que las famosas predicciones de Carrió en realidad estaban basadas en imágenes que la asaltaban a ella. Algunos ejemplos: la hechicera auguraba: “Se caen todos los políticos y nace algo nuevo”, y Carrió hablaba de la “caída del régimen” y del “parto”. O Pariente juraba: “La Argentina es la tierra prometida por las riquezas que tiene”, y Carrió advertía que, por sus reservas naturales, el país ocuparía un lugar de privilegio si sobrevenía una nueva guerra mundial. O la clarividente anunciaba: “Veo botas”, y Lilita hablaba de un improbable “golpe cívico-militar”. O una pronosticaba la “caída de Estados Unidos”, y la otra lo repetía como un loro.

Pariente me juró:

–Tengo los videos en los que queda demostrado que yo ya decía todo eso en 1995, en un programa de televisión de Bahía Blanca.

La bahiense agregó con algo de saña:

–No sé cómo después adornará Lilita las cosas que yo le dije.

En rigor, esa disputa por el copyright parecía algo absurda porque ninguna de las predicciones de Carrió y su adivina se cumplió aún.

La chaqueña la llamaba “Botellita”, una versión más criolla de la lámpara de Aladino.

–Ella decía que me tenía sobre su mesita de luz para frotarme y revelarle lo que yo veo –me explicó Pariente, que vivía en el departamento de su clienta y amiga cuando viajaba a Buenos Aires.

Luego de la nota, el vínculo entre la pitonisa y la dirigente, que ya venía deteriorándose, se cortó del todo. Fue un alivio parar muchos “lilitos”, que pensaron que de allí en adelante, sin esa influencia, tendrían una jefa más racional.

Por lo visto, se equivocaron. “Botellita” ya no trabaja con Carrió, pero sus enseñanzas siguen vivas en ella.

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Franco Lindner

Franco Lindner

Editor de Política, columnista de Radio Perfil y autor de "Fernández & Fernández" (Planeta).

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