Joaquín Furriel es uno de los mejores actores teatrales de la actualidad. Logró hitos que parecían inalcanzables como “Hamlet”, “Final de partida”, “Rey Lear”, “La vida es sueño” y compuso una dupla inolvidable con Rodrigo de la Serna en “Lluvia constante”.
Intérprete que sabe combinar popularidad y prestigio, adquirió un lugar destacado en la historia televisiva con sus participaciones en telenovelas y series. En el cine, a los directores argentinos les ha costado brindarle propuestas que estén a la altura de su capacidad actoral. Furriel igualmente avanza sin quejas y con determinación.
En su búsqueda perseverante, ahora protagoniza “El aroma del pasto recién cortado”, cuya promoción le permite un nuevo encuentro con NOTICIAS. En esta película dirigida por Celina Murga, se pone en la piel de un profesor universitario que se enamora de una alumna. Lo que parece, en principio, otra vuelta de tuerca sobre un lugar común, gracias al rostro cinematográfico de Furriel, sumado a una expresividad tensa y silenciosa, se convierte en el retrato de un hombre en crisis que pone en riesgo su familia y al ámbito laboral por animarse a la pasión y al deseo. Encarna al amigo que no puede salir de la melancolía eterna de sufrir de amor.
Noticias: La película se llama “El aroma del pasto recién cortado”, ¿cuáles son los olores que lo remiten a su infancia o a algún momento feliz de la vida?
Joaquín Furriel: Justamente el aroma del pasto recién cortado me recuerda mucho a los domingos porque yo vivía en José Mármol y ese día, todas las semanas, mi viejo se levantaba y cortaba el césped. Entonces siempre ha estado ese olorcito, mezclado con el asado y con la reunión familiar, es algo muy característico. Por otro lado, el sentido del olfato nos lleva directo al ADN emocional que tenemos, es el mejor de los sentidos en ese punto y paradójicamente es el que tenemos menos desarrollado, por lo menos hablo por mí. Ahora que lo pienso hay otro aroma, parte de mi familia vivía en Chicago y cuando íbamos cumpliendo 15 años mi tío nos invitaba a ir allá. En su casa había muchos bastones de canela, siempre que huelo canela me acuerdo de ese viaje, de mi adolescencia, de cuánto me impactó en el 89, mientras estábamos hundidos en la hiperinflación, haber ido a una ciudad como Chicago.
Noticias: Leí que una vez dijo: “No tengo ganas de hacer cualquier película. Tengo ganas de hacer las películas que me gusta hacer”. ¿Se aplica en este caso?
Furriel: Sí, yo a “El aroma del pasto recién cortado” la relaciono mucho con “El patrón, radiografía de un crimen”. Me acuerdo que yo no sabía bien qué quería hacer, pero tenía claro lo que no quería. Así que durante un tiempo le empecé a decir que no a las novelas y eso me generaba mucha incertidumbre. Porque en definitiva me estaba morfando los ahorros, bancando una parada que no sabía muy bien cuál era. Pero bueno, estaba haciendo “Final de partida” con Alfredo Alcón, cuando me meto en el teatro no me gusta combinarlo con algo audiovisual porque disfruto mucho de los tiempos teatrales. ¿Ves? Ahí tenés otro aroma, el del Teatro San Martín que me hace acordar a cuando vine a ver una obra por primera vez a Buenos Aires. Cada vez que entro al San Martín me conmueve eso.
Noticias: ¿Y “Final de partida” dio pie a algún inicio?
Furriel: Sí, porque volviendo a tu pregunta anterior, cuando estaba haciendo “Final de partida” con Alfredo me llegó “El patrón” y cambió todo. Ahora cuando recibí el guión de “El aroma del pasto recién cortado” yo ya conocía a Celina Murga, había visto su película “La tercera orilla”, es muy buena. Me puso muy contento que me considerara para un proyecto como éste, yo nunca había hecho este tipo de personajes. Es un hombre que está atravesando una crisis generacional y a la vez una crisis de la masculinidad.
Noticias: Cuando Benicio del Toro hizo la película “Sicario” pedía que le tacharan diálogos en el guión porque decía: “Yo esto te lo resuelvo con la cara”. Su personaje es bastante silencioso y dice mucho con el rostro, ¿eso ya estaba en el guión o lo trabajaron con la directora?
Furriel: Ya estaba en el guión, hay una zona que interpretativamente me gusta mucho y es el diálogo interno del personaje, pasaba algo parecido con lo que hice en “Descansar en paz”. Durante la primera semana de ensayos, Celina Murga me dijo que necesitaba otro cuerpo, que yo estaba imprimiendo algo que no estaba bien para el personaje, me señaló que mi voz estaba en un tono muy grave, por ejemplo. Cuando terminó esa semana, fuimos a tomar un café y le pregunté: “¿Para qué me elegiste?”. Me sentía cuestionado, pero esa charla fue muy importante para los dos porque hicimos un bautismo de confianza en relación a esta experiencia.
Noticias: ¿Sin esa confianza mutua el trabajo es imposible?
Furriel: Sí, sobre todo porque para mí esta película significó algo particular, seguir pensando acerca de la masculinidad, sobre cómo la cultura argentina nos hace ser un tipo de hombres determinado. En ese sentido fui dialogando con Pablo, mi personaje, descubriendo que es un tipo perdido en su propia existencia y eso no es fácil de actuar, es muy inquietante, es dar un paso y asumir que la interpretación es formar parte de una narrativa donde lo atractivo, interesante y estimulante es dejarse llevar. Para el actor que soy yo, por mi formación, siendo egresado del Conservatorio, habiendo construído una disciplina laboral con múltiples métodos de trabajo, todo eso acá no servía. Tuve que replantearme en aquel momento qué clase de actor era y cómo podía estar en esta película siendo diferente al que fui en otras. Nunca quiero repetirme, si la economía me permite elegir siempre voy por los aprendizajes, por encarar algo distinto. En ese sentido intuía que este iba a ser el caso y así ocurrió. Fue una experiencia muy valiosa que me costó mucho, yo chocaba, tenía algo reactivo porque cuestionaba cosas que yo había construido hasta ese momento.
Noticias: Martin Scorsese es el productor ejecutivo de esta película, ustedes se conocieron en el Festival de Tribeca. ¿Cómo es estar con Scorsese?
Furriel: Estar con Scorsese me resultaba surrealista, que estuviese hablando de nuestros trabajos y de la película. Después confirmé que cuando te encontrás con gente que ama lo que hace empatizás, todos somos personas a las que nos gusta mucho lo que hacemos, lo nuestro es contar historias. Fue realmente hermoso hablar con él, yo le pregunté qué era importante para un actor cuando está frente a cámara, cuál era su película más querida y él también repreguntaba. Todo ese día fue muy memorable para mí, imaginate que varias de sus películas están entre las que más me han gustado en la vida. ¿Sabés cuál es la película suya que más quiere? Me sorprendió porque me contestó “Kundun”. Dijo que porque la vio poca gente y fue su film más atacado por la crítica. Cuando le caen con todo a algo que querés, sentís que necesitás defenderlo.
Noticias: Hay cuatro actores con los que usted trabajó, Peter Lanzani, Benjamín Vicuña, Marcelo Subiotto y Rodrigo de la Serna. ¿A quién de ellos le contaría un secreto, con quién volvería a trabajar, por quién pagaría una entrada para verlo actuar y con quién se iría de vacaciones?
Furriel: El secreto se lo contaría a Subiotto por el vínculo que tenemos. Todas las demás aplicarían a los cuatro porque son actores que me encantan, por todos pagaría una entrada para verlos en teatro sin dudarlo. También me iría de vacaciones con cualquiera de ellos, pero si tengo que elegir, me voy con Rodrigo porque hicimos un año de gira juntos con “Lluvia constante” y lo pasamos muy bien, nos hicimos muy amigos. ¡La verdad que volvería a trabajar con todos!
Noticias: La última, ¿puede ser que haciendo “Hamlet” en una función se tentó porque había un compañero que tenía el bigote mal acomodado?
Furriel: (Se ríe) ¡Fue tremendo! Se le había caído el bigote, era un bigote muy grande y parecía Olmedo haciendo Rucucu. Te juro que lo miré, pensé en eso y no me podía sacar a Rucucu de la cabeza. Cuanto más me hablaba, más tentado estaba y no pude seguir. Él continuaba hablando y se iba cayendo más el bigote, intenté decir lo mío, fue imposible y cuando el público lo pescó ya no tuve retorno. La gente se empezó a reír también, aplaudieron y dije: “Salgamos y volvamos a entrar porque esto va a ser irremontable”. Me reí entre bambalinas, mi compañero se sacó el bigote y ahí finalmente pudimos avanzar. Después de eso me mostraba el bigote antes de subir al escenario para que no me tentara. No me había pasado nunca algo a ese nivel, era un nene, te juro.
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