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CULTURA | 08-12-2023 12:38

Los mayores tesoros de la Biblioteca Nacional

La Biblioteca Nacional custodia joyas de la edición, desde una hoja de una Biblia de Gutenberg a manuscritos de Borges, Pizarnik y Cortázar.

Cada día, miles de personas admiran, al pasar, su imponente arquitectura brutalista, sello del gran Clorindo Testa; pero no tienen idea de lo que ofrecen sus salas. Cientos la visitan a diario y, sin embargo, también son muy pocos aquellos conscientes de las joyas que alberga. Fundada por Mariano Moreno en 1810, prócer del que luego heredaría el nombre, la Biblioteca Nacional contiene el acervo literario más importante del país. Entre sus muchas salas, una brilla con más fuerza: la “Paul Groussac” o “Sala del Tesoro”, bautizada así en honor a quien fuera su director durante 44 años, con la enorme responsabilidad de cuidar esas colecciones especialmente valiosas. La biblioteca de Manuel Belgrano, la de Leopoldo Lugones, la de Jorge Luis Borges; son apenas algunas de las maravillas que la institución conserva y custodia, como patrimonio para el futuro.

Biblioteca Nacional

Las bases de una colección

No fue hasta que la Biblioteca se trasladó a la sede actual de la calle Agüero, que nació la Sala del Tesoro. Antiguamente, en el edificio de la calle México (que funcionó desde 1901 hasta 1992) había una sala de reservados y diferentes espacios segmentados por temas, al estilo de las bibliotecas europeas. Con el tiempo, gran parte de los materiales de estas salas pasaron a integrar lo que hoy conocemos como Sala del Tesoro.

Biblioteca Nacional

La idea original fue conservar aquí las colecciones más importantes, sobre todo las fundacionales de la Biblioteca Pública de Buenos Aires. El fondo original proviene de los aportes de los miembros de la junta revolucionaria y otras figuras de la cultura argentina del período. Así, en 1810 se incorporaron las bibliotecas del obispo Manuel Azamor y Ramírez, que cuenta con más de 600 obras de filosofía, teología, catequesis y derecho canónico. Muchas llevan la firma manuscrita en su portada y hay dos incunables (impresos producidos en la primera imprenta).

Página de la Biblia de Gutenberg

Otra donación de aquel tiempo fue la de Luis José de Chorroarín, presbítero rector del Colegio San Carlos, que cedió sus propios ejemplares y también los de la institución. Obras de filosofía, derecho, vocabularios y tratados de teología componen esta colección y dieron pie a que Chorroarín fuera el primer bibliotecario de la Biblioteca Nacional.

Manuel Belgrano también donó sus ejemplares particulares sobre economía, agricultura, botánica, historia, literatura y ciencias, entre 1810 y 1811. Y el padre de la patria, José de San Martín, se suma a la lista del Tesoro con su colección.

Las grandes plumas

Pero los hallazgos de esta sala no solo contemplan la historia fundacional del país. Aquí también se conservan libros que se consideran raros y valiosos. También están catalogadas publicaciones periódicas antiguas, libros modernos, manuscritos y estampas, materiales gráficos (como grabados y exlibris) y ejemplares vinculados al mundo del arte, así como fotografías. También se encuentran objetos como monedas, bandas presidenciales, memorias, diarios y boletines. “Tenemos desde incunables (textos impresos en el siglo XV) y periódicos de la Revolución de Mayo hasta obras del siglo XX de Borges, Lugones y Pizarnik”, ilustra con orgullo Natalia Tomasini, coordinadora de la Sala.

Gabriel García Márquez

La colección Jorge Luis Borges se constituyó sobre el rastreo e identificación de ejemplares intervenidos por el escritor durante los años en los que dirigió la Biblioteca. Estas intervenciones se basan en su firma, notas manuscritas en las guardas de los libros, correcciones sobre ejemplares y dedicatorias.

En el caso de Alejandra Pizarnik, se conservan 650 volúmenes de la biblioteca personal de la poeta, profusamente subrayados y anotados. Además, en 2018, la hermana de la escritora donó un archivo documental que contiene carpetas con papeles personales, recortes periodísticos, esquelas y hasta la aplicación para la beca Guggenheim, que Pizarnik obtuvo en 1968.

El material de Leopoldo Lugones incluye manuscritos y documentación comprados a sus herederos. En este compendio hay ensayos, traducciones, poesías, discursos, recortes de prensa, correspondencia, fotografías y documentos personales y profesionales.

Tampoco podía faltar el legado de Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, que consiste en más de 400 ejemplares de sus bibliotecas personales, con anotaciones manuscritas de ambos escritores, marcas de lectura, dedicatorias, recortes periodísticos y fotos. Incluso hay dibujos hechos por Borges en algunos ejemplares y anotaciones de Borges y Bioy en una obra de James Joyce.

Los inesperados 

¿Cuáles son las obras más raras? Tomasini menciona uno de los incunables que posee la Biblioteca: una hoja de una biblia impresa en la imprenta de Gutenberg, símbolo de la cultura letrada de Occidente. También destaca el plano del manicomio y la lista de locos de “Rayuela”, de Julio Cortázar, y un ejemplar del “Vocabulario de la lengua guaraní” de 1722.

Rayuela

El libro más antiguo que posee la sala es el que se conoce como “encadenado”. “Se trata de un manuscrito original del siglo XIV con tapas de madera y piel que contiene gran parte de la obra filosófica del francés Jean Buridan; llegó aquí luego de que se incautara la biblioteca de Perón en 1955”, explica la coordinadora.

Libro encadenado

Otros incunables (la Biblioteca posee 21) son una obra de Santo Tomás de Aquino y los primeros impresos producidos por las imprentas rioplatenses, que fueron aquellas que trajeron los jesuitas, en las que la mayoría son trabajos fueron realizados por clérigos.

También puede destacarse la colección completa de la “Enciclopedia o diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios”, escrita por Denis Diderot y Le Rond d’Alembert.

Instrucciones de uso

El acceso a la Sala es libre de lunes a viernes de 10 a 18 y los sábados de 12 a 18. Si el interés es consultar materiales, los investigadores deben estar acreditados por la Biblioteca. Para cuidar este sector tan especial, se ingresa sin mochilas ni bolsos. Sí están permitidos los celulares, cámaras de fotos, notebooks y material para tomar apuntes. Los ejemplares deben manipularse con guantes y solo pueden fotografiarse sin flash. “Y si un ejemplar se encuentra en formato digital y papel, se ofrece el digital para la consulta”, aclara Tomasini.

Estos espacios tienen una temperatura y humedad controladas para la especial conservación del patrimonio. Todo cuidado es poco en una sala que cuenta con tres depósitos con más de 30.000 ejemplares entre, libros, revistas, periódicos, fotografías y mapas: documentos que resguardan y atestiguan una memoria primordial para la identidad argentina.

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Vicky Guazzone di Passalacqua

Vicky Guazzone di Passalacqua

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