El Museo MAR (Museo de Arte Contemporáneo de la Provincia de Buenos Aires) de Mar del Plata reabrió sus puertas con tres exhibiciones: “Tres miradas sobre Mar del Plata”, “El orden y el accidente” y “El lugar de la palabra”. Inaugurado en diciembre de 2013 frente a la rambla, a metros de Parque Luro, en sus 7.000 m2 ostenta tres grandes salas, auditorio, tienda y café-restaurante y, en su frente, la escultura del lobo marino de Marta Minujín. La brillante figura recubierta con miles de piezas de metal -semejantes a los envoltorios de populares alfajores- cita al “Monumento al Lobo Marino” firmado en la década del cuarenta por José Fioravanti. Desde entonces, las dos esculturas de piedra fueron el fondo de miles de imágenes tomadas por los veraneantes; ahora ocurre lo mismo con la figura creada por Minujín en MAR.
Panorama de Mar del Plata
Fundada con su nombre actual en febrero de 1874 por Patricio Peralta Ramos, la ciudad tuvo distintos desarrollos inmobiliarios y encarnaciones sociales. Con la llegada del ferrocarril y la construcción del primer hotel de lujo, el Bristol, 1888, fue sitio preferido de la aristocracia porteña a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Luego vio crecer la gran arquitectura de Alejandro Bustillo en los años cuarenta y fue testigo a mediados de los cincuenta del incipiente turismo social, que floreció a mediados de los sesenta y decayó en los noventa.
Precisamente, los autores Annemarie Heinrich, Ataúlfo Pérez Aznar y Alberto Goldenstein retratan diferentes momentos de la historia de la “la ciudad feliz” -llamada así a partir de los cincuenta- en penetrantes y únicas fotografías. Estas visiones constituyen un aporte fundamental a la memoria cultural de la Argentina.
“Tres miradas sobre Mar del Plata”, en Sala 1, está curada por el director del Museo Nacional de Bellas Artes, Andrés Duprat. Las fotografías despliegan arquitecturas eclécticas, paisajes urbanos y marinos, insólitos recovecos, muchedumbres y también soledades. Fugacidad y permanencia, son documentos de instantes de vida que ya no son.
Annemarie Heinrich (Darmstadt, Alemania, 1912 – Argentina, 2005) llegó de niña al país. Autodidacta, la artista comenzó su camino en 1930 y, antes de tomar algunos cursos de perfeccionamiento en Alemania, ya había creado un nuevo género en la Argentina: la fotografía del mundo del espectáculo. Sobresalió en retratar el universo de las estrellas de la industria de la radio y del cine, los protagonistas de la danza, el teatro y el mundo de las letras, recreando atmósferas inexistentes y cultivando un costado emparentado con la escenografía, que tanto le gustaba.
Sus imágenes fueron tapa de revistas como “El Hogar”, “Sintonía”, “Alta Sociedad”, “Radiolandia”. Con igual pasión, a lo largo de su itinerario se dedicó a fotografiar desnudos, naturalezas muertas, paisajes, moda. La impecable iluminación y el equilibro formal de sus composiciones se complementaban con la convicción de que todas las personas y las cosas, en algún lugar, tenían algo bello. “La belleza se aprende mirando”, decía. Retocaba los negativos hasta generar siluetas seductoras y rostros igualmente perfectos.
En este sentido, los trabajos y los días capturados por la legendaria fotógrafa en Mar del Plata, tomadas a partir de la década del cuarenta y durante los años cincuenta, son una rareza. Pero en estas vistas, siempre en blanco y negro, también se verifica su pasión por la armonía y su magistral uso de la luz, ya sea en los paisajes que comunican quietud y silencio tanto como en tomas de los pescadores y sus herramientas.
También analógicas y en blanco y negro, las fotografías de Ataúlfo Pérez Aznar (La Plata, 1955) pertenecen a los años ochenta. El artista plasma con mirada ávida e incisiva aspectos de la vida cotidiana. Retrata usos y costumbres de seres comunes en situaciones de contemplación y ocio. Sus vistas tienen en primer plano, principalmente a los cuerpos, antes que los rostros, de personas anónimas. Son siluetas y rostros que no representan a la ahora llamada belleza “hegemónica”, pero sí dan cuenta de los cambios en los hábitos sociales, en la vestimenta y actitudes de los veraneantes. En 1980 Pérez Aznar fundó Omega en La Plata, la primera fotogalería especializada del país, en donde aún sigue desarrollando su tarea de docente y de difusor de la fotografía. En la misma ciudad, en 1996 creó la Fotogalería del Pasaje Dardo Rocha, que dirigió hasta 2006.
Actualmente, puede verse en FOLA, Fototeca Latinoamericana, otro aspecto de la tarea de Pérez Aznar. Es el curador de “Volver a las fuentes”, la muestra retrospectiva de Oscar Pintor que reúne más de 70 obras. Es una inmersión en los paisajes íntimos, urbanos y rurales, paisajes del alma del maestro sanjuanino. Asimismo, Pérez Aznar es recordado por ser el artífice de la lograda exhibición “Sara Facio. Perón” en 2018; hubo de revisar miles de negativos de 41 rollos de 36 exposiciones cada uno para llegar a exhibir las 115 honestas y potentes, respetuosas y osadas fotos en Malba.
Aunque liberados de la preocupación de ser testigos, muchos artistas, como Alberto Goldenstein (Buenos Aires, Argentina, 1951) siguen dando testimonio con fotografías directas, como en su serie de 2001 dedicada a Mar del Plata. Aún con sus rutilantes tonos, muchas de ellas no están exentas de melancolía. En sus coloridos paisajes, y tal como apunta el curador, se “revela la metamorfosis de la ciudad, las transformaciones del paisaje urbano (…), Sin embargo, también nos permite constatar las continuidades, lo inalterable, aquello que logra traspasar el tiempo como las invariables geográficas: la playa y el mar”. Para la mayoría de las fotos de esta serie, Goldenstein elige un punto de vista panorámico; así desde una elevada perspectiva revela acciones simultáneas y precisos detalles. El pasado de la ciudad, visto desde el presente incluso confirma que ésta creció de manera irracional, atentando contra el equilibrio ambiental y sin cuidar el esplendor de antaño.
Desde 1995 y hasta 2019, Goldenstein dirigió la Fotogalería del Centro Cultural Rojas de la UBA. Referente de la fotografía contemporánea, la Fotogalería “era un lugar muy especial, como un centro de iniciación”, tal como recordó alguna vez Alejandro Kuropatwa. Y aunque hace rato la fotografía es reconocida como un arte más, sigue necesitando promoción. Goldenstein le abrió las puertas a la experimentación y la investigación.
La muestra puede verse hasta junio, con auspicio del Fondo Nacional de las Artes y apoyo de la Embajada de Alemania en Buenos Aires y Amigos del Bellas Artes.
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