El grupo Mondongo, integrado por Juliana Laffitte (Buenos Aires, 1974) y Manuel Mendanha (Buenos Aires, 1976), vuelve a sorprender con sus pinturas hechas, principalmente, con plastilina. Desde el comienzo obtuvieron rápida respuesta mediática por los materiales heterodoxos que utilizaron (hilos, perlas, tachas, monedas, hostias, balas) y por las famosas celebridades que retrataron, desde los reyes españoles hasta Lady Di, Amalita Fortabat, Federico Klemm y muchos más. Tras 21 años de trayectoria, son reconocidos y coleccionados incluso internacionalmente. Ahora presentan muestras en Buenos Aires y en Mar del Plata.
En La Boca
La exhibición del grupo Mondongo en galería Barro despliega obras de distinta densidad: retratos, piezas en forma de disco (tondos) y en formato tradicional, instalaciones, un gran retablo, que trabajan los opuestos, transmiten cierta espiritualidad, aluden a la historia del arte, revelan la desigualdad, homenajean al color.
Aunque estos no aparecen, la exhibición se llama “Conejos blancos”. Hay varias referencias al Conejo Blanco que, en “Alicia en el país de las maravillas” de Lewis Carroll, guía a la pequeña protagonista a través de la madriguera hacia un mundo asombroso e incierto. Apurado, el conejo mira con frecuencia su reloj. Aquí, las piezas “Tic” y Tac” sugieren la madriguera por la que se desliza Alicia y el reloj del Conejo Blanco.
“El nombre de la muestra tal vez tan solo sea una expresión de deseo: la posibilidad de encontrar múltiples puntos de partida para transitar mundos inesperados, sorprendentes, mágicos”, escriben los artistas. Cuentan que alguna vez compraron un suave conejo blanco que los “acompaña permanentemente como un mágico talismán”. Después de la estricta cuarentena volvieron a su taller. “Decidimos con más fuerza que nunca, invocar a la magia como línea directriz de nuestro trabajo. Intentando reflexionar sobre el maravilloso y aterrador mundo que nos rodea”.
Es posible encontrar magia en muchas de las obras exhibidas, detrás del grueso cortinado a través del cual se accede a la gran sala de la galería. Primero el observador debe transitar por un oscuro pasadizo que aparece como cavado en el piso y que integra la instalación “Cada cual tendrá derecho a su propio rectángulo”. ¿El rectángulo de las pantallas? Allí, a la altura de los ojos hay 60 pequeñas pinturas al óleo realizadas en su casa cuando, al comienzo de la pandemia, los artistas no iban al taller. Son miradas de personas cercanas a Mondongo como, entre otros, Francisco Garamona, Albertina Carri, Sergio Bizzio, Mariano Llinás, que filma a los artistas desde años para un documental, autores también de los textos de la publicación que acompaña la muestra.
Al salir del estrecho pasaje, en la penumbra se divisa una capilla. Oscuro por fuera, “El baptisterio de los colores” es un maravilloso dodecaedro de más de seis metros de diámetro de hierro y madera que recuerda al Baptisterio de San Juan de Florencia. Al ingresar se distinguen 3.276 pequeños panes de plastilina numerados y ordenados según su tonalidad. Bien iluminado y con espejos en el techo y piso, el recinto parece guardar todos los amaneceres y atardeceres del mundo. Cuando finalice la exposición, las puertas del “baptisterio” se habrán de cerrar. Será acondicionado para ser emplazado en la terraza de ARTHAUS, en Bartolomé Mitre 434, a pasos de Plaza de Mayo.
Una gran alfombra oscura guía a los visitantes hacia tondos en relieve colgados en las paredes, como “La villa”. Es una vista de más de dos metros compuesta por imágenes de barrios de emergencia de varios países. Mondongo ya había trabajado con sus asistentes en un retablo, pintado con plastilina, originado en los recovecos del Barrio 31. Casi enfrente y de tamaño similar está “La Cruz”, mostrando un panorama de Florencia detrás de un torso sin cabeza que está en primer plano. La iluminación sobre la silueta de la cruz, que sobresale del fondo, hace que ésta se proyecte sobre la alfombra ¿Arriba de la misma, en el costado izquierdo, hay un fantasmita con la cara de un conejo?
Siempre hay mucho para mirar en las obras de Mondongo como, entre otras, “La jaula”, que incluso suma y reproduce tras unas rejas a “El origen del mundo” (1866) de Gustave Courbet (desnudo de una mujer recostada con su sexo en primer plano). En el gran retablo “Piedad invertida”, a diferencia de “La Piedad” de Miguel Ángel, es la hija de la artista quien sostiene a la madre. Cuando está cerrado, el retablo refleja una pintura casi abstracta, pero en un costado se cuela un gato, como el que está también en las “miradas”.
La plastilina (fabricada especialmente para los artistas) que utiliza Mondongo y las herramientas que le permiten ductilidad están al final de la muestra, en una suerte de trastienda de su taller.
En Mar del plata
Museo MAR exhibe “Argentina”: inmensos y asombrosos paisajes con los que en 2013 el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires inauguró sus nuevas salas. Son vistas del Paraná divisadas por los artistas en Entre Ríos. Nuevamente la certera iluminación permite advertir los exactos movimientos del río, tan exuberantes como devastadores. Es la naturaleza que vive, muere y renace; el observador encontrará más de una sorpresa. Los detalles son importantes.
Cada cosa -y hay muchas cosas- tiene su lugar en las minuciosas y delicadas piezas, que exigen mucha planificación. Aquí no se percibe la furia de la pincelada, pero sí una prodigiosa imaginación, paciencia y virtuosismo.
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