Los memes empezaron a llegar hoy a los sorprendidos integrantes de la “mesa de la carne” a propósito de los mensajes de irónico agradecimiento de colegas productores de países vecinos. ¿La razón? La medida de suspensión de exportaciones de carne tiene un declarado destinatario que es nuevamente la “mesa de los argentinos” agobiada por una inflación que, contra los propósitos declarados por el ministro de Economía, Martín Guzmán, debería haber empezado a menguar este mes. Pero los beneficiados seguros, serán los productores uruguayos y paraguayos, que, nuevamente y como pasó a partir del 2006, se van quedando con el mercado que la política erosiona a los embarques de carne local.
Actualmente, más del 75% de las exportaciones de carne (que se hubieran proyectado en US$ 3.000 millones para este año) tienen como destino China. Pero no son los cortes premium que se envían en la cuota Hilton a Europa (lomo, cuadril, bife de chorizo y ojo de bife; todos de animal joven) sino de vacas “de conserva” que cotizan en el mercado menos de la mitad de los US$ 11.000 o US$ 12.000 de la carne que orgullosa tiene el logo “de exportación”. Por lo tanto, el peligro que sea suplantada rápidamente por cualquier competidor regional no es una utopía. Además, los mecanismos se mueven rápidamente para emular los movimientos que se aprendieron hace casi 15 años, cuando se empezó a intervenir en el mercado de la carne.
“La secuencia terminó en un desastre para toda la cadena productiva, con liquidación de vientres que todavía hoy no se pudieron reponer en su totalidad, eliminación de puestos de trabajo y la pérdida de la confianza en los productos argentinos que aprovecharon nuestros vecinos”, explica el analista del mercado cárnico Víctor Tonelli.
Todo el sector produce por un valor de US$ 15.000 millones y emplea en forma directa e indirecta a casi 650.000 personas. En la última versión de cierres y controles de los precios, se perdieron 16.000 puestos directos y, además, Argentina bajó del 3° puesto de exportadores mundiales al 13°, dándose, además el paradójico crecimiento de mercados como el paraguayo o la consolidación del uruguayo, que siempre había estado a la sombra del argentino y lo reflejaba con sus precios. Hoy están equiparados e incluso el efecto “confianza” le otorga algunos dólares más por tonelada a los embarques de Montevideo.
Por su parte, David Miazzo, economista jefe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), explica que el ciclo alcista de la carne tiene que ver con la “bendición” de la suba internacional del precio de los granos y en especial del maíz, el insumo que se utiliza para “terminar” el ganado en los feedlots. “Al subir el precio del maíz, los feedloteros empezaron a perder plata por animal y comenzó la migración a la terminación a pasto, más barata pero más larga y eso retrajo la oferta”, explica. A su juicio ese proceso no podría ser eterno por una cuestión básica: el bolsillo impone una restricción concreta.
La intervención del mercado, en principio anunciada sin mucha letra chica por 30 días, podría extenderse durante más tiempo y es eso lo que sospechan los integrantes de la Mesa de Enlace que hoy iniciaron un paro de comercialización como inicio de una escalada de protestas por las medidas que consideran inconsultas y perjudiciales para toda la cadena de producción. En su primer día de impacto, el precio de la carne en el Mercado de Hacienda de Liniers bajó un 15% contra el cierre de la semana anterior.
El marco de esta decisión no es misterioso: el jueves pasado el INDEC anunció el aumento del IPC del mes de abril: 4,1% con un incremento interanual del 46% y sin horizontes de converger mágicamente al 29% votado por el Congreso en el Presupuesto de este año. Con tarifas congeladas, precios sugeridos, cuidados y un dólar que se intenta planchar, le llegó el turno a la carne que en el último año había subido por encima del promedio general.
Pero no fue el único rubro ni el que quedó al tope de la lista, como los productos de electrónica o la vestimenta. Al cerrar las exportaciones, se rompe uno de los conductos con los mercados del exterior, se aumenta automáticamente la oferta en el mercado interno y se morigeran en el corto plazo los precios. Pero también se inicia un camino que, de confirmarse este sesto anti exportador, puede retomar la liquidación del rodeo e, incluso, una mayor sojización de la producción.
El economista Francisco Gismondi, director de Empiria Consultores, no duda en calificar el cierre que, como medida antiinflacionaria es muy pobre. “Las exportaciones de carne no son muy importantes en relación con la producción y lo que se exporta en muchos casos no compite con lo que comemos acá”, explica. “Buscan dañar a los exportadores de carne -concluye- y nos dañan a todos, incluyendo a ellos mismos, a su Gobierno. Y si algún precio interno baja, es transitorio”.
La sombra de la “Mesa de los argentinos” del 2006 se propaga con rapidez y activa los reflejos de los sectores involucrados. El año electoral es largo pero las medidas efectistas trascienden en el tiempo su objetivo inicial. Mientras tanto, en los demás mercados, los precios siguen con su ritmo.
Comentarios