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SOCIEDAD | 23-10-2020 12:47

Salarios y cuidados: ¿Cómo terminar con la desigualdad de género?

Según datos del INDEC, el ingreso promedio de los varones es 29% superior al de las mujeres. El reparto desigual de tareas domésticas hace que el trabajo no remunerado sea el 15,9% del PIB.

“Lo que siempre nos dijeron que era amor, es trabajo no pago”. Pese a los avances de las sociedades a nivel mundial, todavía en 2020 las desigualdades de cuidado, social y fiscal existen. Los datos duros visibilizan la disparidad de salarios entre mujeres y hombres: el 64% de las madres que trabajan están bancarizadas, pero su ingreso es casi la mitad que el de los varones. La cifra surge de un cruce de la información pública del Banco Central, la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) y de obras sociales que realizó un equipo de una firma privada Equifax.

El mismo estudio arrojó que el ingreso promedio de las mujeres analizadas es de $17.000, contra $31.000 mensuales entre los padres trabajadores. Mientras que la última Encuesta Permanente de Hogares del INDEC arrojó que el ingreso medio de los varones es de $32.591, y el de las mujeres, $25.226.

“Primero se ve la brecha salarial y lo que está debajo es la brecha en los cuidados. Las tareas de cuidado hacen que las mujeres tengan menos tiempo para trabajar de forma remunerada”, explica la Directora Nacional de Políticas de Cuidado del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Lucía Cirmi Obón. Aunque aclara que hay mujeres que “no tienen brecha salarial sino ausencia, y como muchas veces dependen económicamente del agresor, no pueden cortar el vínculo”.  

Una postura similar tiene la politóloga feminista Florencia Freijo. “La brecha salarial es un condimento más que genera la brecha de cuidados, pero la brecha en los cuidados está dada por factores que exceden lo económico, siendo el cultural el más importante”, sostiene.

Cuidar no es obligación femenina

Las tareas de cuidado son “actividades indispensables para satisfacer las necesidades básicas de la reproducción de las personas, brindándoles los elementos físicos y simbólicos que les permiten vivir en sociedad”, explican las investigadoras del CONICET Corina Rodríguez Enríquez y Gabriela Marzonetto, citadas en el documento “Hablemos de cuidado”, confeccionado por la Mesa Interministerial de Políticas de Cuidado. 

Los cuidados forman parte del ámbito familiar, y allí parecen ser una responsabilidad inherente a las mujeres. Sobre esa situación, Cirmi Obón sostiene que “las mujeres están en riesgo social porque no tienen protección social ni económica al cuidar, sumado a que a muchos gastos de cuidado los enfrentan sin tener ingresos”.

De hecho, el reparto desigual de las tareas domésticas lleva a que el trabajo no remunerado en la Argentina sea del 15,9% del PIB. Un número altísimo. Es que las mujeres en promedio trabajan 32 horas semanales y los hombres, 43 horas. Esto visibiliza que las primeras acceden a trabajos con menos carga horario. ¿Los motivos? Para Cirmi Obdón esa disparidad responde a que las mujeres asumen las tareas de cuidado, ya sea de sus hijos con o sin discapacidad, o de un familiar mayor.

En su nuevo libro “Mal Educadas” Freijó asegura que “las mujeres estamos educadas para seguir el mandato de las cuidadoras abnegadas”. Y ejemplifica con un dato revelador: más del 40% de los juguetes destinados a las niñas están dedicados a los cuidados.

Trabajar dentro y fuera de la casa

Muchos hogares están a cargo solo de las madres, lo cual conlleva a que se de el fenómeno de la feminización de los hogares. En la Argentina, el 34% de los hogares están conducidos solo por mujeres jefas de hogar y de ese 34%, el 70% no tiene pareja. Es decir, que la mujer madre se pone al hombro el cuidado de sus hijos a diario. 

“Es urgente una política para casi el 16% de los hogares monomarentales, y si hablamos de los hogares exclusivamente feminizados el número se dispara hasta casi el 50%”, sostiene. Para ella, es clave la comunicación externa sobre esta situación: “Las mujeres ahora además educan y gestionan emocionalmente los enojos de sus hijos. Nos metieron de prepo el traje de educadoras sabiendo que íbamos a ser nosotras las que cargáramos con todo. No hubo una publicidad masiva, para los varones, para que redistribuyan las tareas de cuidado”.

En el caso de que los cuidados se deriven a otra persona, por lo general son otras mujeres quienes tienen ese rol. “A mejor estructura económica, distribuimos esos cuidados en otras mujeres, más empobrecidas y mal pagas. La feminización de la pobreza funciona en una rueda perfecta en la que, para que algunas mujeres crezcan y se empoderen, lo terminan haciendo a costa de otras”, reflexiona. 

En la actualidad, las mujeres que contratan servicios de cuidado integran los sectores socioeconómicos altos o medios, mientras que los bajos cuidan de sus hijos. Por eso, para la Directora Nacional de Políticas de Cuidado es fundamental que haya más infraestructura de cuidados a mediano plazo, de esa manera “se generan más puestos de trabajo para las personas de bajos ingresos”. Y aclara: “El Estado debe ver la ampliación de los cuidados como una inversión”. 

Cuidar para una mujer que tiene además su trabajo implica tomarse licencias, ya sea por embarazo, cuando sus hijos se enferman o porque los retira del colegio. Sin embargo, con el home office, como consecuencia de la pandemia, hizo que todos estén en el hogar y se presentó una nueva disyuntiva: ¿cómo pueden trabajar las madres mientras sus hijos no van a la escuela? 

En plena pandemia se sancionó la ley 27.555 de teletrabajo que prevé las tareas de cuidados en su artículo seis. “Las personas que trabajen bajo esta modalidad y que acrediten tener a su cargo, de manera única o compartida, el cuidado de personas menores de 13 años, personas con discapacidad o adultas mayores que convivan con la persona trabajadora y que requieran asistencia específica, tendrán derecho a horarios compatibles con las tareas de cuidado a su cargo y/o a interrumpir la jornada”, sostiene la norma.

Y aclara que “cualquier acto, conducta, decisión, represalia u obstaculización proveniente del empleador que lesione estos derechos se presumirá discriminatorio”.

Y aunque la ley es un gran avance, Cirmi Obdón sostiene que “hay que velar para que las licencias sean utilizadas también por los hombres, porque sino siempre son tomadas por las mujeres, y eso perpetúa la desigualdad”. 
Para lograr que todos se sientan equitativamente responsables de las tareas de cuidado, el Ministerio quiere presentar de ese modo a los varones.

“De esta manera, el empresario verá que un trabajador o una trabajadora tienen las mismas chances de pedir salir antes del trabajo o tomar licencias”, hace hincapié la docente en temas de economía feminista.

Asimismo, Rodríguez Enríquez, explica que se deben equiparar las licencias, pero “no se puede modificar de un día para el otro”. Ya que, si la medida se implementara de manera abrupta, “puede que genere más informalidad y es el Estado el que debe supervisar los impactos negativos que pueda tener”.

La informalidad laboral de las mujeres es mayor que en los hombres. Esto sucede porque muchas mujeres trabajan en la limpieza de los hogares, y pese a que la Argentina avanzó con la ley de casas particulares “falta el control”, explica Rodríguez Enríquez. 

“Disminuyó poco la informalidad. Por eso es necesario profesionalizar las actividades: desde crear un registro de trabajadoras del cuidado hasta ofrecer capacitaciones, todas son estrategias para la formalización”, aclara la titular de la cátedra de Economía y Género en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA). El 75% de las trabajadoras de casas particulares está en negro.

Políticas del Ministerio de Mujeres

El país lidera el ranking de países que implementaron políticas públicas para enfrentar la crisis surgida por el coronavirus. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) Mujeres y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) registraron que, de 30 políticas implementadas, 18 cuentan con perspectiva de género. 

La mitad de las políticas son contra las violencias por motivos de género. Mientras que de las otras nueve se dividen en medidas destinadas a la economía del cuidado y a la seguridad económica.

Las acciones que el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidades implementa son tres. La primera es la creación de la Mesa Interministerial de Políticas de Cuidado que tiene incluye a los Ministerios de Desarrollo Social, Trabajo y Educación, a la Agencia Nacional de Discapacidad, el INADI y la AFIP; entre otros. 

Durante la pandemia, “la mesa dispuso acciones específicas como que las mujeres puedan ir a los comercios con sus hijos y que las trabajadoras de casas particulares cobren el IFE”, dice Cirmi Obdón. 

La otra acción que dispuso el Ministerio es la Campaña Nacional “Cuidar en Igualdad”, consta de llevar a cada provincia la discusión del cuidado de hoy y del mañana. En el marco de esta iniciativa, este jueves, la ministra de Mujeres, Elizabeth Gómez Alcorta y el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo encabezaron un encuentro con funcionarios y equipos territoriales del Ministerio de Desarrollo Social para abordar la agenda de cuidados con perspectiva de género.

Finalmente, la última medida es el Mapa Federal de los Cuidados, éste georeferencia donde se cuida y donde pueden estudiar para ser cuidadores. Además, se sumará la información que arroje la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo, para identificar en que lugares se debe ampliar la estructura de cuidado.

El eje central del Mapa será definir nuevos centros de formación profesional en clave de oficio. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ya vaticinó que una de las fuentes de trabajo del futuro son los cuidados porque no los reemplaza una máquina y porque la población vive más años.

“Queremos trabajar el tema de la seguridad social por las licencias, terminar con la desigualdad entre hombre y mujeres, que haya días por adopción, que se contemplen a las familias diversas cuando tienen hijos y que los hombres dejen de pasar licencias transferibles a las mujeres”, dice la Directora de Nacional de Políticas de Cuidado.

Ejemplifica los problemas de la seguridad social con un caso simple, pero claro: “El Estado te pone una etiqueta de inactiva por ser ama de casa y después no te recorre derechos de la seguridad social”.

Para la economista Corina Rodríguez Enríquez, que analiza las políticas públicas para abordar los problemas de desigualdad, “el contexto actual de pandemia, la crisis y las medidas tomadas para enfrentar la pandemia mostraron cómo la mirada feminista de quienes conducen el Ministerio de Mujeres funciona en la práctica”.

La integrante de la Asociación Internacional de Economía Feminista dice que el Gobierno haya implementado “una licencia remunerada para las personas que tenían hijos a su cargo y no podían asistir a sus trabajos por la cuestión del cuidado”, visibiliza cómo las mujeres del Ministerio permean en la política pública.

“La desigualdad en el cuidado incide en la pobreza y en el desempleo, por eso creemos que es una cuestión de justicia social además de ser de género”, afirma la Directora Nacional de Políticas de Cuidado del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Lucía Cirmi Obón. Y para terminar con la desigualdad no hay recetas mágicas, las especialistas consultadas explican que es “un proceso que estamos transitando”.

El avance del Estado en materia de género no fue de un día para el otro. Sin embargo, Freijo aclara: “el Estado en temas de desigualdad de género llegó tarde a las demandas de la sociedad civil, pero estos últimos años se trató de adaptar y logró tener un Ministerio de Mujeres”.

Sin embargo, hay diversas acciones que se pueden llevar adelante para ir en busca de la igualdad salarial y, por lo tanto, en el reparto de las tareas de cuidado. Rodríguez Enríquez menciona la importancia de visibilizar la situación de desigualdad. “En esto ya hay un proceso en la generación de información, de análisis e investigaciones, y tuvo mucho que ver el activismo que en los últimos años creció tanto que fue metiendo estos temas en la agenda”, sostiene. 

También cree que es importante que las feministas no solo integren el Ministerio de Mujeres, sino estén en toda la gestión. Además, considera que el trabajo no remunerado y las medidas que puedan llevar a redistribuirlo tienen muchas aristas para abordar, “desde políticas culturales, de transmisión en la educación y de publicidad hasta lo más micro (ser testigo o padecer discriminación), es el camino para la transformación cultural”. 

Asimismo, la sensibilización cultural debe ser desde que son niños, en ese caso es fundamental implementar el Programa Nacional de Educación Sexual Integral (ESI).

Otras medidas que se pueden aplicar desde el Estado al sector privado, como la reciente decisión de la Inspección General de Justicia (IGJ) que establece un cupo femenino del 50% para los directorios de las sociedades. “Hay empresas que revisan sus nóminas de empleados para analizar el techo de cristal -explica Freijo-, extienden sus licencias incluso por encima de las que propone el Estado y sus beneficios”. 

 

*Integrante del Equipo de Investigación de Perfil Educación.

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por Mara Resio Colombo*

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