Sus críticos tenían razón cuando, en 1975, aseguraban que el joven príncipe Juan Carlos terminaría su vida en el exilio. Lo llamaban "el Breve" y no tenían esperanza alguna de que él, nacido y criado fuera de España, tuviera un reinado exitoso. A los ojos de muchos, no había chance de que este rey, heredero designado del dictador Francisco Franco, cumpliera con su promesa de unir a los españoles e instaurar un sistema realmente democrático.
Sus antepasados supieron bien lo que significaba el “exilio”. Carlos IV, destronado por las fuerzas napoleónicas, debió abandonar el reino con la promesa, nunca cumplida, de una generosa suma de dinero para vivir con lujo. Su nuera, la reina María Cristina, debió abandonar España tras haberse casado con un exguardia y haber ocultado de la vista pública un buen número de hijos. Todo un escándalo. Isabel II atravesó la frontera en 1868 cuando una revolución la expulsó del trono. Aprovechó el exilio para separarse de su marido, al que jamás había soportado. Durante un tiempo, España experimentó con una nueva dinastía, inaugurada por el príncipe italiano Amadeo de Saboya, pero sin éxito. Huyó horrorizado. Luego, los españoles aclamaron a Alfonso XII. Su hijo, Alfonso XIII, rey desde el vientre de su madre, acabó su vida en el exilio en Roma y jamás pudo regresar a su país.
Los antecedentes dinásticos explican las pocas fichas que los españoles pusieron en "Juanito", quien sin embargo, y contra todo pronóstico; durante más de 30 años gozó de una gran popularidad por su rol durante la Transición a la democracia, la lucha contra el terrorismo y la integración de España en la UE. Su reinado terminó con su imagen pública desplomándose por los casos de corrupción de la familia real, como el que llevó a su yerno Iñaki Urdangarin a la cárcel.
La causa
Los españoles acusan a Juan Carlos de haber puesto como prioridad sus placeres personales. Nadie olvida el viaje para cazar elefantes a Botswana, en 2012, que hizo en compañía de su novia, una empresaria alemana disfrazada de princesa, Corinna Larsen. El escándalo fue tal que precipitó su abdicación en 2014, a favor de su hijo Felipe VI, pero su jubilación no fue tan tranquila como esperaba.
Juan Carlos volvió al centro de la polémica en diciembre de 2018. Su ex amante declaró a la justicia suiza que el rey le había hecho transferencias multimillonarias después de que empresas españolas firmaran el contrato de construcción de la línea de tren de alta velocidad en Arabia Saudita. Confesó que Juan Carlos le había transferido 65 millones de euros a una cuenta en las Bahamas, una donación que, según ella, fue hecha "por gratitud y amor".
La prensa suiza informó en marzo de este año que Juan Carlos recibió una comisión de 100 millones de dólares del rey saudita Abdallah, en una fundación panameña que servía como sociedad pantalla a través de una cuenta del Swiss Bank. El propio Felipe VI figuraba como uno de los beneficiarios de esa fundación, lo que alarmó a la casa real: el rey marcó distancia de su padre y renunció a su herencia personal. Después, se le retiró al rey emérito su asignación de 200.000 euros.
Hoy, a sus 82 años, Juan Carlos ya está lejos de España: algunos lo ubican en la República Dominicana, otros en la ciudad portuguesa de Cascais, donde pasó su infancia. Su figura pública quedó absolutamente manchada. Compungido, se habría quejado con un amigo diciendo que los españoles mayores de 40 años lo recuerdan por su papel en la Transición, pero que los menores solo lo conocen por Corinna y el elefante.
Si antes le decían "el Breve" y quisieron llamarlo "el Grande", hoy lo apodan, irónicamente, "el Prófugo", aunque su exilio fue pactado con el gobierno del socialista Pedro Sánchez y con Felipe VI. En la carta que dejó a su hijo, explicó que se trata de un acto de “servicio” para “contribuir a facilitar el ejercicio de tus funciones”. Muchos creen hoy que no regresará jamás.
Al igual que sus antepasados, Juan Carlos está solo. Su relación afectivo-económica con Corinna terminó en cuanto perdió el poder y el exilio es la oportunidad de la reina Sofía, una figura altamente popular, para separarse de una vez de un hombre cuya sombra nunca la dejó brillar. Felipe VI seguirá en España, sorteando la tormenta: al igual que sus antepasados, tendrá que esforzarse para que los errores de su antecesor no lo hagan caer del trono.
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