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EMPRESAS Y PROTAGONISTAS | 26-03-2019 17:30

El Tropezón: una joya de Buenos Aires

Fundado en 1896, lugar de encuentro del ambiente político, artístico y literario de la época, fue reinaugurado en septiembre de 2017 para convertirse en un restaurante emblemático de la ciudad.

El Tropezón, fundado en 1896 donde Gardel cenaba puchero de gallina, adquirió una fama incalculable en aquellos tiempos y hasta se convirtió en letra del tango de Roberto Medina que lo eternizó: ”Cabaret, Tropezón, era la eterna rutina. Pucherito de gallina, con viejo vino carlón”.

Sus comensales habituales eran: Troilo, Tita Merello, Lola Flores, Lola Membrives, Federico García Lorca, Pugliese, Julio Sosa, Tito Luciardo y tantos otros.

Siempre estaba abierto, las 24 horas. Cuando terminaban las funciones de los teatros o las sesiones en el Congreso concurría allí lo más encumbrado del ambiente político, artístico y literario de la ciudad. En 1983 cerró sus puertas y permaneció cerrado por 34 años.

Hasta que el 12 de septiembre de 2017, su nueva propietaria, Raquel Rodrigo -dedicada desde 2004 a la actividad teatral- le devolvió la vida, poniéndose al hombro toda la restauración del emblemático lugar para darle una segunda oportunidad.

“Fue un regalo de Dios, ya que iba a comprar un estacionamiento y me lo vendieron además con un local comercial al lado, que resultó ser el antiguo restaurante El Tropezón”, cuenta Raquel, que al mes de haberlo comprado decide abrirlo.

Su familia no estaba de acuerdo con que iniciara el faraónico emprendimiento, salvo su hijo Santiago, y así Raquel dejó de lado el proyecto. Sin embargo, un año después retoma la idea y al llamar al estudio jurídico donde había averiguado a nombre de quién estaba la marca El Tropezón, se entera que ya tenía nuevo dueño: ella misma.

Su hijo Ezequiel había comprado la marca para ella y esto termina de convencerla de que era Dios quien le ponía todo en bandeja, que tenía que reabrir el mítico restaurante.

“Amo el tango y lo porteño, por eso investigué su historia y quise revivir esta joya de la avenida Callao, es un homenaje a mis padres. La obra duró un año y dos días. Los últimos dueños, habían tapado todo con Durlock".

"Cuando lo sacamos, descubrimos que debajo estaba el antiguo Tropezón: parte de sus pisos calcáreos, sus techos con madera ladrillo y chapa, claraboyas de bronce y sus paredes de 60 centímetros. Dejamos el ladrillo a la vista. El sótano, de 100 años estaba intacto, con sus bovedillas, pisos calcáreos, fundiciones y una cava de vinos única", relata Raquel con entusiasmo.

En ese sótano, con sus pisos en damero, se ubicaron dos largas mesas para 20 personas cada una para realizar eventos particulares. “Acá, todo es auténtico: las arañas francesas, las claraboyas de bronce, las paredes de 60 cm de ancho, el perchero del siglo pasado, la vitrola que funciona con discos de Gardel, la máquina de escribir antigua, el violín alemán que tiene más de 100 años, el piano de 1896 y la batuta de D’Arienzo junto a una colección de fotos de los ilustres que alguna vez han visitado El Tropezón”, asegura.

La restauración recuperó el esplendor original del antiguo restaurante.

¿El puchero también conserva la impronta de aquellos años?

Sí, lo servimos como se hacía en aquellos años y con todo lo que le ponían: lengua, panceta, chancho, morcilla, chorizo, chorizo colorado, cuerito de cerdo, gallina, falda, osobuco, legumbres, porotos, garbanzos, todas las verduras, arroces, caracú.. lo servimos todos los días para almuerzo y cena y los Domingos lo presentamos tipo buffet.

Pero no todo es puchero, también las especialidades son: Ojo de bife, salmón rosado del Pacífico con espinacas a la crema , merluza grillé, El brazo de pulpo con papas al natural, la lasagna, las rabas o un matambrito al verdeo se destacan entre empanadas de carne cortada a cuchillo, Revuelto Gramajo, croquetas de jamón.

También contamos con matambre arrollado con ensalada rusa, burrata en colchón verde a la miel, bife de chorizo con papas fritas, matambre a la pizza con papas españolas, lomitos de pollo a la crema de champiñones con papas, risotto con langostinos, gambas al ajillo, callos a la madrileña, pulpo a la gallega o paella.

Y, para terminar, los clásicos postres porteños como flan casero con crema y/o dulce de leche, arroz con leche, manzana asada, panqueque de dulce de leche y una especialidad de la casa: churros El Tropezón, que se sirven acompañado de dulce de leche.

También crema catalana, lemon pie, fresas con crema, pan de Calatrava , tarta vasca, entre otros. El Tropezón ha regresado con la magia que el paso del tiempo le quiso arrebatar y una mujer decidió recuperar.

Conoce más sobre ellos ingresando en su perfil de Instagram.

Para disfrutar de buenos momentos: Av. Callao 248, CABA Tel: (011) 4371-5046. Abierto todos los días desde las 08:00 al cierre.

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