En este último año desde mi actividad de brindar charlas sobre Educación Emocional, los colegios de nivel secundario me convocan para que les hable a los adolescentes con el fin de brindarles herramientas para el mejoramiento de las habilidades emocionales para sentirse bien emocionalmente, mejorar la convivencia y encontrar un propósito de vida, si bien estas charlas son disparadores pedagógicos de como funcionamos desde nuestros pensamientos, emociones y cómo podemos establecer estrategias para vivir plenamente. En esta tarea he podido compartir momentos con más de cinco mil adolescentes, en dichas charlas presento una lista de cuarenta estados emocionales y les propongo que elijan de cual quieren hablar, como denominador común siempre piden hablar sobre la frustración, ellos piden hablar de esto, primer e importante punto y el segundo punto que también nosotros los adultos que convivimos con ellos advertimos que ellos tienen poca tolerancia a la frustración.
Por lo que veo es imperante poder entender estos comportamientos, que no dejan de ser llamados de atención para los adultos que nos toca la tarea de educar y enseñar, por lo cual involucra a padres, docentes, y agentes estatales que tienen poder de decisión en el ámbito educativo.
Primeramente debemos poner en contexto la variedad de desafíos de la vida diaria que ellos, los adolescentes enfrentan, como:
Cambios físicos y hormonales que pueden ser difíciles de manejar.
Presión social para encajar y ser aceptado por sus pares
Preocupaciones sobre el futuro, como la elección de una carrera y la universidad
No tener un propósito de vida.
Conflictos familiares y dificultades para comunicarse con los padres.
Mandatos familiares.
Estrés académico y la presión de mantener buenas notas.
Exposición a la tecnología y las redes sociales, lo que puede llevar a problemas como el acoso cibernético y la adicción a la pantalla.
Ante estos desafíos que enfrentan en esta etapa de la vida, es necesaria la consideración que en la niñez no es buena la “sobreprotección” ya que los lleva a no asumir responsabilidades, a tener baja autoestima, no son capaces de actuar por sí solos, sentirse inseguros, huyen de los problemas en vez de enfrentarlos, les cuesta tomar decisiones, falta de autonomía, miedo a socializar. La sobreprotección en la niñez estaría bloqueando las frustraciones necesarias para enfrentar la adolescencia con mayor seguridad emocional.
Para ellos, los adolescentes, la frustración es sinónimo de fracaso, que no pueden, hay que abandonar; para estas apreciaciones sesgadas hay que saber y explicar que la frustración forma parte de la pirámide emocional en el mismo nivel que los juegos (cuando jugamos y perdemos nos frustramos, por eso es tan necesario el juego) y los límites (cuando ponemos límites a los niños generamos frustración, también necesarios). Desde que nacemos vivimos episodios de frustración, que van forjando la personalidad, lo que nos frustra es lo que nos sigue dando ganas de hacer cosas para conseguir lo deseado. El ejemplo más actual y que ellos conocen es que “Lionel Messi” perdió cuatro mundiales hasta ganar uno, donde la clave fue no bajar los brazos ante tanta presión por “no ganar” y como este ejemplo tomado por lo conocido hay miles donde podemos ver actos de perseverancia, no darse por vencido hasta conseguir el objetivo, el no lograrlo nos pone en la obligación de cambiar o mejorar la estrategia o simplemente intentarlo nuevamente.
“Imaginar que bueno va a estar cuando lo logre”
La frustración adolescente puede manifestarse de diferentes maneras, como enojos, tristeza, irritabilidad, aislamiento, etc. Puede ser causada por diversos factores, (además de los ya mencionados), como problemas familiares, escolares, sociales o emocionales, la falta de control sobre su vida, la dificultad para tomar decisiones importantes, entre otros. Es importante que los adolescentes tengan un ambiente seguro, un entorno de apoyo, herramientas para manejar sus emociones, una buena contención emocional para lidiar con estos sentimientos para superar la frustración y no abandonar ante el primer obstáculo.
Frustración y fracaso son dos conceptos diferentes pero relacionados. La frustración es una emoción que se experimenta cuando se enfrenta un obstáculo o dificultad que impide alcanzar el objetivo deseado, y aquí aparece la necesidad de tener recursos emocionales para que la frustración no se convierta en fracaso. Por lo ello hay que enseñar que equivocarse, un error, no alcanzar un objetivo no es un fracaso sino una frustración que nos da la energía para volver a intentarlo; la frustración es una emoción temporal que puede superarse al intentarlo nuevamente, encontrar nuevas formas de abordar el problema; el fracaso puede ser una experiencia de forma permanente por no estar contenido emocionalmente y sumirse en estados depresivos.
“El fracaso más grande es nunca haberlo intentado”
En esta breve descripción de la dificultad que enfrentan nuestros adolescentes he pretendido explicar el contexto y el origen de la frustración adolescente para comprender la necesidad de brindarles las herramientas emocionales para una vida feliz, en donde enfrentar los desafíos no impidan lograr sus propósitos de vida.
Estimados Lectores y Lectoras me despido hasta la próxima entrega.
Abrazo de Paz.
Lic. Calos Sigvardt
Contactos:
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Instagram.com/carlos_sigvardt
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