Sorpresivamente, la palabra que más se repite en el discurso de Pablo Bañares es “estructura”. Y aunque cuesta entenderlo a primera vista, con su look llamativo y sus facetas más histriónicas sobre la mesa, conforme avanza la charla el concepto va tomando sentido. “Lo mío no es un personaje, es una persona. Si tuviera que representar mi forma de ser, sería agotador. Simplemente vivo de manera honesta y soy estructurado, pero no dogmático”, sentencia. Y es que sus muchas facetas, que van desde médico esteticista a cantante, presentador de peleas de artes marciales mixtas y conductor de TV, se combinan en una rutina perfecta para ir alegrando sus días. Casado y padre de un hijo, prefiere mantener su familia al margen de sus exposiciones públicas, aunque sin duda acompañan su bella locura: viven con él en la autodenominada “Embajada de Transilvania”, en Belgrano R.
Noticias: ¿Qué fue primero, el médico o el artista?
Pablo Bañares: Fue paralelo. Es hereditario, mi papá era médico y también era cantante de tango. En casa me crié con músicos y viendo a mi padre que se levantaba a las 7 de la mañana para ir al consultorio. Uno no repite la historia de los padres, uno es su padre. Yo soy mi padre y soy mi abuelo. Hoy mi hijo ve lo mismo: me levanto a las 7 de la mañana para ir al consultorio y sin embargo la noche anterior estuve ensayando.
Noticias: ¿Considera a ambos sus trabajos?
Bañares: Sí, pero la palabra trabajo hay que asimilarla a felicidad, porque no lo relaciono con un esfuerzo, si no con algo energizante. Tengo un trabajo como médico y uno como entretenedor. Dentro del trabajo del show del entretenimiento tengo varias aristas. Toco el piano y soy el cantante y el maestro de ceremonia de mis tres bandas. También tengo un programa todos los jueves en El Garage TV, “Customizados”, y soy presentador de peleas de MMA. Ahora además voy a ser el presentador de “Titanes en el Ring”. Mis tres bandas son Los Coviders, Europa Europa y Bañares Rock, con la que hago mis propios temas. Con ellos hice un proyecto artístico multimedia de 100 canciones de amor, cada una con un videoclip. Durante 10 años filmé un videoclip por mes en diferentes idiomas y estilos, pero con la misma protagonista. Es algo que no se hizo nunca en ningún lugar del mundo.
Noticias: ¿Cómo le alcanza el tiempo para todo lo que hace?
Bañares: Soy estructurado y perseverante. Tengo una rutina para cada trabajo. Incluso para las redes, porque todos los días subo contenido a @pablo_banares. Y no hago un reality de mi vida, es parte del show del entretenimiento.
Noticias: Es muy políticamente incorrecto. ¿Le interesa provocar?
Bañares: Sí, toda mi vida. Es una actitud punk. Digo que soy estructurado pero no dogmático, porque el dogma es un encasillamiento, y la estructura te da un faro de dirección. Este show lo hago con perseverancia laboral. Soy una persona analítica, no tan emocional, aunque parezca lo contrario.
Noticias: Hoy también existe una cultura de la cancelación, ¿la sufre?
Bañares: La sociedad se ha hecho más sincera pero más fanática. El fanatismo es lo que va de la mano del dogma, no de la estructura. La estructura tiene que ver con el continente, y la idea, con el contenido. Si tenés ideas explosivas, como yo, en tanto disruptivas, el continente tiene que ser rígido para contener ese volcán que constantemente me sale por la boca. Eso es una estructura para que fluya y se dirija a buen puerto, a la felicidad, la alegría y el amor.
Noticias: ¿Cómo nació la Embajada de Transilvania?
Bañares: Esta casa fue hecha en 1895. Mi padre la compró en 1980 porque vivíamos al lado, como una inversión junto a otro terreno aledaño. Ya estaba para demoler, pero cuando cumplí 21 años me mudé a las únicas dos habitaciones que tenían luz eléctrica, con el fin de hacer mis fiestas y reuniones. A los 23 armé una banda y empezamos a ensayar acá. En plena época menemista, esta casa se convirtió en un reducto de músicos y de gente que quería pasarla bien. Para los 24 me recibí y mi papá quiso darme la herencia que me iba a dejar, que era mi educación, una casa y un auto. Y elegí quedarme con esta casa, a la que hasta hoy sigo haciendo refacciones y donde constantemente está pasando algo. Lo de la embajada de Transilvania fue una de estas ocurrencias de actitud punk. A mí me gusta producir fantasías, y lo hago mintiendo cerca de la verdad. Porque Transilvania existe, pero no es un país si no una región, y como tal, no puede tener embajada.
Noticias: Es parte de su humor negro.
Bañares: A los 23 años, un amigo me regaló un ataúd. Y desde entonces decoró mi casa, actualmente está en la sala de ensayo forrado en leopardo. Desde ahí empecé a usar esa falta de respeto al dogma de la muerte. Cuando puse el cartel de la embajada, fui agregando cosas para hacerlo más verídico: la garita, los alambres, la bandera. Y 15 años atrás, cuando nació mi hijo, pensé que necesitaba un auto normal —siempre tuve autos viejos de colección— para hacer el pool del jardín y además trasladar a mi banda. Decidí comprar un auto fúnebre, un Ford Falcon porta cajón. Le saqué los chapones y lo convertí en una especie de limusina. Cuando la gente escucha una sola cosa, le parezco raro. Pero cuando mira la película entera, se da cuenta de que lo mío es un concepto de entretenimiento.
Noticias: ¿Le costó venderlo?
Bañares: Emocionalmente sí. Hay muchas cosas que hago solo para no dañar a mi hijo; hoy con 14 años no puedo tener un auto fúnebre en la puerta de mi casa. Hoy tengo que apagar un poco ser tan distinto.
Noticias: ¿Qué se viene en su universo?
Bañares: La vida la distribuí en tres 25 años. Los primeros fueron para estudiar, los segundos para trabajar y generar, y los terceros 25 son para mantener eso que generé. Tengo 51, estoy ahí. No quiero generar nada nuevo, si no continuar con lo que hice. La gente tal vez me ve como si fuera rebuscado o intenso, pero es sencillo: mis deseos son órdenes para mí.
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